2.5.07

El pez-castor y el terror católico

La suprema verdad, la suprema belleza y el supremo bien son atributos teológicos derivados del platonismo y aplicados a los supremos fantasmas de los monoteísmos históricos. Una derivación estética, ética y argumental, por lo tanto, pero en la que subyace la necesidad inherente de toda religión por dotarse de imágenes motoras con capacidad para hechizar. La ofensiva antisocial del clero y el discurso terrorista utilizado, su aspiración a un nuevo Medievo o el substrato irracional de sus posiciones dependen, sin embargo, menos de una visión ilusoria que de su tendencia a ignorar la realidad y a impregnarla con el lodo de su idealismo mágico. La "razón" católica evade cualquier aproximación a la verdad, y su "moral" se ha opuesto siempre a cualquier ética autónoma o humanista. Pero la engañosa apariencia lógica de su lenguaje no hace más que seguir las normas de su barroquismo estético. Durante mucho tiempo, para no crear problemas dietéticos a las poblaciones de América del Norte, la Iglesia católica consideró que el castor era una especie de pez y, por lo tanto, un alimento permitido en los días de Cuaresma. Para su liturgia, el símbolo es el objeto. El castor es un pez en el mismo sentido en que la hostia es el cuerpo de Cristo. Ética, razón y estética se conjugan, en lenguaje religioso, bajo la forma de parodias: moral bovina, imposición doctrinal y juegos de artificio verbal.

En días pasados, el teólogo del Vaticano Angelo Amato tildó de “terroristas” a los Parlamentos que aprobaran “leyes contrarias al ser humano”. La última deposición pública de la Conferencia Episcopal Española, con motivo de la inminente
marcha sobre Roma en homenaje a sus mártires azules, achaca al ateísmo la “inaudita” violencia que arrasó a España en la década de los 30 del siglo pasado, esa ideología totalitaria que pretendía hacer realidad por la fuerza las utopías terrenas. "El testimonio de miles de mártires y santos ha sido más fuerte que las insidias y violencias de los falsos profetas de la irreligiosidad y del ateísmo", añadió Martínez Camino con sobrada satisfacción. Por su parte, Monseñor César Franco, Consiliario Nacional de la Asociación Católica de Propagandistas, relataba hace unos días que "el terrorismo no sólo busca la muerte de seres inocentes", asegurando que "nacido del más radical nihilismo ateo, busca también sembrar la desesperanza y el odio en el corazón de los hombres". Tres ejemplos recientes de la extorsión con la que el clero manipula la historia y el lenguaje. Ocupando el lugar de las víctimas, reivindicando con santísima hipocresía la defensa de la vida y demonizando a críticos y discrepantes, los hechiceros del neo-catolicismo, de nuevo, y como siempre, nos regalan a los ateos con el sambenito del “enemigo público número uno”. Tres ejemplos del artificio antes mencionado y de la curiosa “razón” que les anima. ¿O es que acaso esas ideologías totalitarias que conocemos como religiones no pretenden imponer por la fuerza sus utopías celestiales?

Santa y apostólica Iglesia, amenazada y mártir, denostada, vilipendiada y acusada… Su estrategia agresora contra los cuerpos y contra la realidad pasa por esa usurpación de papeles. De ahí la novedosa fundación de la
Catholic Anti-Defamation League (CADL) la primera asociación que busca coordinar una estrategia común para defenderse de los ataques al Catolicismo. Cuenta con la simpatía del Vaticano (Messori es un íntimo de Ratzinger), y quiere combatir “un proceso que está intentando cancelar la religión de un modo artificial, pintándola como una enfermedad social”. Nuevos cruzados para enfrentar la blasfemia, la violencia verbal, la sátira o la provocación. Ni Voltaire imaginó tan audaces a sus censores coetáneos…

El periodista
Horacio Verbitsky relató recientemente en Buenos Aires el contenido de una entrevista que le hizo al oficial naval Antonio Scilingo, condenado en España. Éste le afirmó que el método atroz de arrojar personas vivas al mar había sido consultado con la jerarquía eclesiástica, que lo aprobó por considerarlo “una forma cristiana y poco violenta de muerte”. Ante tanto amor por la sufriente humanidad, uno no puede, como mínimo, sino asentir cuando León Ferrari afirma que la Iglesia no es perseguida, sino perseguidora. Y añadir además unos cuantos y certeros epítetos.

La memoria sigue viva. Tened cuidado.

(Editorial del Boletín Digital FIdA nº 120. 02/05/07. 587 suscriptores)

3 comentarios:

  1. La Sra. que firma atrás posee una noción del arte obtusa, según la cual el peíódico Católico Reaccionario y Progolpista de la oligarquía ganadera, "La Nación", posee autoridad estética o ética para juzgar a León Ferrari.
    León Ferrari no plagió a nadie, pero si así no fuese, igual de urticante y acre le resultaría su arte a fascistas como los de La Nación, o los simples fascinos.

    Ah... muy buen blog; perdón por usarlo para responderle a esta personera de la Iglesia Católica que firmó antes, pero me vi tentado a hacerlo.

    juan

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  2. Anónimo11:31 p. m.

    (La Sra. Fascisno de atrás incluye en su página comentarios segregacionistas y homofóbicos; una joya de la clerecía argentina...)

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  3. Anónimo10:30 p. m.

    SI LA IGLESIA DICE QUE ES UN PEZ, UN PEZ ES!
    lean la Biblia, es de gran ayuda!

    http://guerrerocatolico.wordpress.com/

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