8.8.05
Objetivos de la FIDA
Objetivo de la Federación Internacional de Ateos: preparar el terreno para una transformación que viene gestándose en nuestra cultura desde que algunos geniales libertinos del XVI dejaron constancia de sus ideas.
Algunos ateos notamos la exigencia de hacer públicas nuestras opiniones. Entendemos nuestro ateísmo de un modo militante, lúcido, contrario al esquema moral e ideológico que impregna nuestro modo de relacionarnos o de hacer política (en el sentido primario de la palabra). Observamos que la polis, que la plaza pública, ha sido ocupada por los idealistas, por los espiritualistas, por los irracionalistas religiosos, que la historia del ser humano ha sido condicionada por el poder hipnótico de la noción de "dios" y por los secuaces del engaño masivo que ésta representa. Estamos convencidos del papel del ateísmo como catalizador de fuerzas transformadoras. Esta convicción, que surge de la experiencia y del aprendizaje, nos hace partícipes de una exigencia que surge en tanto que consecuencia de nuestra razón.
Resulta complicado incluso fijar unos objetivos comunes. Se me ocurre la simple factibilidad de mencionar los de largo plazo, la liberación de la humanidad de las cadenas de la religión y de la servidumbre voluntaria. Tal declaración nos puede convertir, a ojos de los prácticos y de los incrédulos de uno y otro signo, en ilusos o visionarios. Quizá tengan razón, y la iniciativa de una Federación internacional de ateos que plante cara a las ideologías irracionales dominantes suene como algo utópico o irrealizable.
Pero para sistematizar de modo claro el ateísmo contemporáneo, para que sea efectiva su influencia sobre nuestro ambiente cultural y ciudadano, se precisa de medios de coordinación, de responsabilidades compartidas, de un rechazo al anonimato y de la voluntad de desarrollar consecuentemente en la práctica las razones de nuestra actitud.
Se trata de profundizar en los fundamentos históricos, sociológicos, psicológicos y filosóficos del ateísmo, de seccionar las raíces de nuestra heredada moral judeocristiana, de rechazar firmemente las conclusiones de la religiosidad. Y todo esto porque nos sentimos individuos libres, y como tales deseamos transmitir esa libertad. Dios como problema, dijo Saramago no hace mucho. Y como condena, añado, a no ser que un tímido intento como éste por restaurar una nueva época de las luces, de la soberanía de la razón, pueda llevarse adelante.
7.8.05
La Federación Internacional de Ateos
"Todavía no existe ninguna institución especialmente destinada a combatir y a destruir la creencia en Dios, que de todos los prejuicios es el que mayor mal produce"
(Sylvain Maréchal, "Culte et Lois d'une société d'hommes sans Dieu", Año I de la Razón, 1797-98, reproducido en Ignasi Terradas, "Revolución y religiosidad", Valencia, Edicions Alfons el Magnànim, 1990, p. 116).
Hace más de 200 años, Maréchal, influido por la obra de D'Holbach, propuso la creación de una "Sociedad de los Hombres sin Dios". A pesar de que el ateísmo propuesto no pareció poder escapar de cierto grado de liturgia y de religiosidad comunitaria, ya que sustituía la idea de "Dios" por la de un deber colectivo "sagrado", algunas de las propuestas de Maréchal, tamizadas por la experiencia social que nuestra época nos facilita, pueden ser hoy útiles y servir de fermento para la unión de todos aquellos individuos cuyo proceso intelectual haya conducido a la constatación definitiva de la imposibilidad existencial de un ente metafísico denominado "Dios". Sabemos, sin necesidad de más pruebas que las proporcionadas por la razón, que tal prejuicio, surgido de las nieblas del fetichismo y renovado históricamente por las sucesivas "revelaciones" religiosas, constituye un obstáculo de tremendas consecuencias para el pleno desarrollo de la libertad y la felicidad de los individuos.
La libre asociación entre personas con intereses comunes posee una fuerza social y constructiva enorme. Al analizar, aunque sea superficialmente, los factores que modelan las sociedades de nuestro tiempo, nadie es totalmente indiferente a lo que percibe acerca de su funcionamiento y sus imperfecciones. Dependiendo del carácter y de las inclinaciones de cada cual puede fijarse un mecanismo de acondicionamiento o de rechazo. En el plano teórico, individual, el proceso de elaboración de respuestas puede llevar a la suposición de que ciertas formas de oposición a las condiciones establecidas no son efectivas sino a través de una colectivización del esfuerzo. Por otra parte, es aberrante que la superstición religiosa organizada mantenga todavía alianzas con la política educacional, con los resortes de la economía o con la moral común y la cultura. Y lamentablemente podemos constatar que, a nuestro alrededor, en nuestro propio ámbito personal, todavía se observan comportamientos proclives al mantenimiento del error religioso, sea en forma de celebraciones y ritos, sea por puro residuo supersticioso fijado a esquemas de pensamiento nunca enjuiciados.
La organización de los ateos en un movimiento social que se dote de unos objetivos, que planifique sus actuaciones y que se dé a conocer con seriedad es algo que todavía está por hacer. El estudio de las bases históricas, filosóficas e intelectuales del ateísmo se está produciendo hoy en unos pocos centros universitarios, y no puede dudarse que ha existido cierta autocensura en muchos ambientes, y que jamás se ha dado al ateísmo, al materialismo o al libertinismo la importancia que han tenido como fundamento de las bases científicas, políticas y filosóficas de occidente.
Es cierto que el universo ateo se caracteriza por una pluralidad de tendencias, y que, además, nuestro individualismo parece oponerse a formas de organización colectiva que
requieran de un cierto grado de compromiso. Distinguiendo perfectamente las dificultades inherentes a esta iniciativa, pero pensando sobre todo en las ventajas que en un futuro reportaría la existencia de una fuerza social expresamente atea, no contenida exclusivamente en el espacio virtual, un grupo de ateos nos hemos propuesto la apertura de un debate sobre la posibilidad de su fundación, en el que los interesados en formar parte del proyecto establezcan democráticamente la línea de actuación a diseñar, los objetivos estratégicos y culturales que pueden ser realmente afrontados y los procedimientos técnicos y legales requeridos.
Es ahora el ateísmo más que una simple negación teórica de "Dios", puesto que en la práctica implica también una anti-religiosidad y una anti-metafísica, si es considerado en sus aplicaciones lógicas y filosóficas, o una expresión de libertad, si atendemos a su emergencia social. Nos limitamos a fomentar una asociación de individuos apoyada en un simple rasgo común: su ateísmo. Pensamos que los ateos deben tener voz propia, manifestar públicamente su visión del mundo e intentar frenar el poder invasor de la religión. La Federación Internacional de Ateos que proponemos estará integrada por hombres y mujeres convencidos de la necesidad de prescindir de la idea de "Dios", de combatir el error fatal de esta creencia y de acotar progresivamente la influencia de las religiones y de sus ideologías afines en nuestras respectivas sociedades.
Una Federación atea que lograra canalizar de forma positiva nuestra capacidad de análisis y de respuesta ante el peligro que representa la religiosidad y el prejuicio idealista para el pleno desarrollo de los derechos y libertades civiles en los sistemas políticos en los que habitamos, una Federación atea que aglutinara nuestros intereses y que consiguiera ser escuchada por la opinión pública, constituiría un gran paso en la formación de una sociedad más abierta, consciente y autónoma frente a la presión irracional del oscurantismo religioso.
En la actualidad, el movimiento ateo está desmembrado, y cuenta con algunas pocas organizaciones que, en nuestra opinión, han continuado esquemas logísticos que no permiten su expansión y su despegue definitivo. Los ateos formamos un colectivo con un tremendo potencial de colaboración y con sólidos criterios intelectuales. Pero falta la chispa que comience un "big bang" paradigmático cuyas consecuencias sociales puedan ser visibles y evidentes algún día. Estamos seguros de que las religiones se eclipsarán poco a poco, de que su discurso forma parte ya de un pasado en que los hombres y las mujeres se dejaron manejar al ritmo que les imprimían los tecnócratas de “lo sagrado”, y que apelaban insistente e históricamente a sus propios temores para subsistir. Ha llegado el momento de crear un mecanismo asociativo ateo no jerarquizado, una lúcida conjura contra el irracionalismo, que acelere el proceso de putrefacción de las religiones todavía existentes.
Lo que pretendemos es dar un paso más complejo en la estructuración del movimiento ateo. Del cómo nos organicemos es parte de una fase posterior, aunque, por supuesto, los mecanismos de decisión, de ejecución y de representación no pueden ser sino radicalmente democráticos. El terreno propio de esa Federación será obviamente político, pero también es susceptible de albergar contenidos académicos y culturales, además de los meramente informativos.
Nos inclinamos por una organización horizontal, dividida en secciones correspondientes a nuestros núcleos de población, con libertad de acción coordinada con una Asamblea permanente en internet que delegue en funciones provisionales y puntuales. Cada sección podrá elaborar su programa de actividades, proponer iniciativas, promover y participar en campañas de opinión y lograr un eco en el entorno propio. No queremos líderes, sino individuos federados, iguales, que actúen voluntariamente de manera coordinada y a la vez dispersa. Los viejos problemas nunca solucionados requieren de nuevas estrategias. Una organización cohesionada, pero acéfala, carente de protagonismos, sería una buena manera de acabar con los dragones del idealismo religioso. La futura organización aglutinará a los individuos ateos que quieran embarcarse en un trabajo de expansión, de análisis y de presencia pública.
Hemos de planificar una estrategia y dotarnos de los medios y los mecanismos adecuados. La forma que adquiera la Federación es importante, y sus decisiones deben ser consensuadas, con el máximo grado posible de democracia interna. Internet es el medio en el que trabajará, aunque deberá contar con el compromiso y la presencia pública de sus miembros. Deberemos esforzarnos por propagar de modo efectivo su
existencia.
Como objetivos a corto plazo contemplamos la elaboración teórica de un proyecto de ateología que dé especial importancia a la historia del ateísmo, la reunión de información y bibliografía al respecto, el contacto con asociaciones paralelas, la consecución del apoyo de algunos personajes públicos, la elaboración de estrategias políticas, la planificación de actos de propaganda y la atención a los medios de comunicación.
NOTA
El pasado 7 de Julio de 2005, coincidiendo con los atentados integristas de Londres, se creó un foro en yahoo groups en el que los interesados en participar en la concreción de los diversos aspectos del proyecto podamos comenzar a trabajar.
La suscripción no es libre, funciona por invitación. El foro se encuentra en
http://es.groups.yahoo.com/group/Federacion_Atea/
No se trata de un foro de debate sobre el ateísmo, sino de un centro de trabajo previo a la constitución de un movimiento social ateo ajeno a cualquier circunscripción nacional o estatal. Las personas que deseen participar en él no podrán hacerlo desde el anonimato, y se comprometen libremente, desde el momento de su petición de ingreso, a asumir, en el grado que les sea posible, las responsabilidades que se deriven de su
participación.
(Sylvain Maréchal, "Culte et Lois d'une société d'hommes sans Dieu", Año I de la Razón, 1797-98, reproducido en Ignasi Terradas, "Revolución y religiosidad", Valencia, Edicions Alfons el Magnànim, 1990, p. 116).
Hace más de 200 años, Maréchal, influido por la obra de D'Holbach, propuso la creación de una "Sociedad de los Hombres sin Dios". A pesar de que el ateísmo propuesto no pareció poder escapar de cierto grado de liturgia y de religiosidad comunitaria, ya que sustituía la idea de "Dios" por la de un deber colectivo "sagrado", algunas de las propuestas de Maréchal, tamizadas por la experiencia social que nuestra época nos facilita, pueden ser hoy útiles y servir de fermento para la unión de todos aquellos individuos cuyo proceso intelectual haya conducido a la constatación definitiva de la imposibilidad existencial de un ente metafísico denominado "Dios". Sabemos, sin necesidad de más pruebas que las proporcionadas por la razón, que tal prejuicio, surgido de las nieblas del fetichismo y renovado históricamente por las sucesivas "revelaciones" religiosas, constituye un obstáculo de tremendas consecuencias para el pleno desarrollo de la libertad y la felicidad de los individuos.
La libre asociación entre personas con intereses comunes posee una fuerza social y constructiva enorme. Al analizar, aunque sea superficialmente, los factores que modelan las sociedades de nuestro tiempo, nadie es totalmente indiferente a lo que percibe acerca de su funcionamiento y sus imperfecciones. Dependiendo del carácter y de las inclinaciones de cada cual puede fijarse un mecanismo de acondicionamiento o de rechazo. En el plano teórico, individual, el proceso de elaboración de respuestas puede llevar a la suposición de que ciertas formas de oposición a las condiciones establecidas no son efectivas sino a través de una colectivización del esfuerzo. Por otra parte, es aberrante que la superstición religiosa organizada mantenga todavía alianzas con la política educacional, con los resortes de la economía o con la moral común y la cultura. Y lamentablemente podemos constatar que, a nuestro alrededor, en nuestro propio ámbito personal, todavía se observan comportamientos proclives al mantenimiento del error religioso, sea en forma de celebraciones y ritos, sea por puro residuo supersticioso fijado a esquemas de pensamiento nunca enjuiciados.
La organización de los ateos en un movimiento social que se dote de unos objetivos, que planifique sus actuaciones y que se dé a conocer con seriedad es algo que todavía está por hacer. El estudio de las bases históricas, filosóficas e intelectuales del ateísmo se está produciendo hoy en unos pocos centros universitarios, y no puede dudarse que ha existido cierta autocensura en muchos ambientes, y que jamás se ha dado al ateísmo, al materialismo o al libertinismo la importancia que han tenido como fundamento de las bases científicas, políticas y filosóficas de occidente.
Es cierto que el universo ateo se caracteriza por una pluralidad de tendencias, y que, además, nuestro individualismo parece oponerse a formas de organización colectiva que
requieran de un cierto grado de compromiso. Distinguiendo perfectamente las dificultades inherentes a esta iniciativa, pero pensando sobre todo en las ventajas que en un futuro reportaría la existencia de una fuerza social expresamente atea, no contenida exclusivamente en el espacio virtual, un grupo de ateos nos hemos propuesto la apertura de un debate sobre la posibilidad de su fundación, en el que los interesados en formar parte del proyecto establezcan democráticamente la línea de actuación a diseñar, los objetivos estratégicos y culturales que pueden ser realmente afrontados y los procedimientos técnicos y legales requeridos.
Es ahora el ateísmo más que una simple negación teórica de "Dios", puesto que en la práctica implica también una anti-religiosidad y una anti-metafísica, si es considerado en sus aplicaciones lógicas y filosóficas, o una expresión de libertad, si atendemos a su emergencia social. Nos limitamos a fomentar una asociación de individuos apoyada en un simple rasgo común: su ateísmo. Pensamos que los ateos deben tener voz propia, manifestar públicamente su visión del mundo e intentar frenar el poder invasor de la religión. La Federación Internacional de Ateos que proponemos estará integrada por hombres y mujeres convencidos de la necesidad de prescindir de la idea de "Dios", de combatir el error fatal de esta creencia y de acotar progresivamente la influencia de las religiones y de sus ideologías afines en nuestras respectivas sociedades.
Una Federación atea que lograra canalizar de forma positiva nuestra capacidad de análisis y de respuesta ante el peligro que representa la religiosidad y el prejuicio idealista para el pleno desarrollo de los derechos y libertades civiles en los sistemas políticos en los que habitamos, una Federación atea que aglutinara nuestros intereses y que consiguiera ser escuchada por la opinión pública, constituiría un gran paso en la formación de una sociedad más abierta, consciente y autónoma frente a la presión irracional del oscurantismo religioso.
En la actualidad, el movimiento ateo está desmembrado, y cuenta con algunas pocas organizaciones que, en nuestra opinión, han continuado esquemas logísticos que no permiten su expansión y su despegue definitivo. Los ateos formamos un colectivo con un tremendo potencial de colaboración y con sólidos criterios intelectuales. Pero falta la chispa que comience un "big bang" paradigmático cuyas consecuencias sociales puedan ser visibles y evidentes algún día. Estamos seguros de que las religiones se eclipsarán poco a poco, de que su discurso forma parte ya de un pasado en que los hombres y las mujeres se dejaron manejar al ritmo que les imprimían los tecnócratas de “lo sagrado”, y que apelaban insistente e históricamente a sus propios temores para subsistir. Ha llegado el momento de crear un mecanismo asociativo ateo no jerarquizado, una lúcida conjura contra el irracionalismo, que acelere el proceso de putrefacción de las religiones todavía existentes.
Lo que pretendemos es dar un paso más complejo en la estructuración del movimiento ateo. Del cómo nos organicemos es parte de una fase posterior, aunque, por supuesto, los mecanismos de decisión, de ejecución y de representación no pueden ser sino radicalmente democráticos. El terreno propio de esa Federación será obviamente político, pero también es susceptible de albergar contenidos académicos y culturales, además de los meramente informativos.
Nos inclinamos por una organización horizontal, dividida en secciones correspondientes a nuestros núcleos de población, con libertad de acción coordinada con una Asamblea permanente en internet que delegue en funciones provisionales y puntuales. Cada sección podrá elaborar su programa de actividades, proponer iniciativas, promover y participar en campañas de opinión y lograr un eco en el entorno propio. No queremos líderes, sino individuos federados, iguales, que actúen voluntariamente de manera coordinada y a la vez dispersa. Los viejos problemas nunca solucionados requieren de nuevas estrategias. Una organización cohesionada, pero acéfala, carente de protagonismos, sería una buena manera de acabar con los dragones del idealismo religioso. La futura organización aglutinará a los individuos ateos que quieran embarcarse en un trabajo de expansión, de análisis y de presencia pública.
Hemos de planificar una estrategia y dotarnos de los medios y los mecanismos adecuados. La forma que adquiera la Federación es importante, y sus decisiones deben ser consensuadas, con el máximo grado posible de democracia interna. Internet es el medio en el que trabajará, aunque deberá contar con el compromiso y la presencia pública de sus miembros. Deberemos esforzarnos por propagar de modo efectivo su
existencia.
Como objetivos a corto plazo contemplamos la elaboración teórica de un proyecto de ateología que dé especial importancia a la historia del ateísmo, la reunión de información y bibliografía al respecto, el contacto con asociaciones paralelas, la consecución del apoyo de algunos personajes públicos, la elaboración de estrategias políticas, la planificación de actos de propaganda y la atención a los medios de comunicación.
NOTA
El pasado 7 de Julio de 2005, coincidiendo con los atentados integristas de Londres, se creó un foro en yahoo groups en el que los interesados en participar en la concreción de los diversos aspectos del proyecto podamos comenzar a trabajar.
La suscripción no es libre, funciona por invitación. El foro se encuentra en
http://es.groups.yahoo.com/group/Federacion_Atea/
No se trata de un foro de debate sobre el ateísmo, sino de un centro de trabajo previo a la constitución de un movimiento social ateo ajeno a cualquier circunscripción nacional o estatal. Las personas que deseen participar en él no podrán hacerlo desde el anonimato, y se comprometen libremente, desde el momento de su petición de ingreso, a asumir, en el grado que les sea posible, las responsabilidades que se deriven de su
participación.
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