25.3.06

Una nueva Edad Media


No hay que ser fanático ni confesional para aceptar que la Iglesia católica y su historia están íntimamente unidas a la historia de España. Esto no significa que el Gobierno tiene que seguir el dogma católico como si fuera la Constitución española. Significa que nos tenemos que llevar bien porque hay muchos españoles que tienen un sentimiento religioso muy digno de ser tenido en cuenta.

José Bono, ministro de Defensa, en Roma. Bono ha negado que Dios "sea propiedad privada de la derecha".

El sentimiento religioso, ¿es digno de ser tenido en cuenta? ¿Qué puede significar eso de ser tenido en cuenta en este contexto? ¿Significa que la batalla por el laicismo debe ser reprimida? ¿Que los crucifijos y otros símbolos publicitarios deben perpetuarse en las escuelas o en otros lugares públicos? ¿Qué la aportación de fondos públicos a la ICAR es algo consolidado e inamovible? ¿Qué el Concordato del 79 es intocable?

María Teresa Fernández de la Vega, aseguró hace unos días que el Ejecutivo socialista no revisará los Acuerdos firmados en 1979 entre la Santa Sede y el Estado español. Tras la reunión privada de hoy entre el Secretario de Estado vaticano y la Vicepresidente del Gobierno español, Sodano comentó que con la buena voluntad se resuelven los problemas y que con España esto será fácil, mientras que De la Vega añadió que la reunión fue muy bien y muy agradable. Pero, ¿a qué viene ahora ese optimismo y qué es lo que será fácil a partir de ahora? ¿Y qué tipo de negociación se está tramitando?

También están ahí las declaraciones de Francisco Vázquez, embajador ante la Curia, con respecto a que la ley de matrimonios homosexuales fue una agresión al Vaticano, y el programa que Ratzinger ha leído hoy a los nuevos cardenales, ese nuevo aire para la Iglesia que se reivindica como poderoso estandarte civilizatorio. Parece que una confluencia de fuerzas medievalistas va tomando ya forma concreta, y a menos de un año de pontificado del Pastor alemán se advierten, aquí y allá, los sospechosos síntomas de una creciente ofensiva oscurantista y totalitaria por parte de la ICAR. Aquella Nueva Edad Media temida por Umberto Eco y aplaudida por el iudoviri Berdiaev hace ya casi un siglo amenaza ahora con levantarse, y las fuerzas tenebrosas que la empujan no dejan de ser las de siempre: la creencia en fantasmas abstractos, la intolerancia, el control del miedo, el desprecio al cuerpo y a la cultura, el síndrome de cruzada, la arrogancia de la casta sacerdotal, el odio y la muerte. Tales son los elementos constitutivos de la religión.

22.3.06

Cardenales


A veces, tengo la impresión de que nosotros, cristianos católicos, padecemos una especie de complejo católico de inferioridad, que nos consideramos, por así decir, los últimos mohicanos, un resto de la Edad Media, cuando la verdad es justo todo lo contrario. Nosotros somos los primeros pioneros de un futuro, del que la mayor parte de los hombres de hoy no saben todavía nada. Esto debería provocar en todos los estudiantes una verdadera conciencia católica y una humilde convicción de victoria.

Así se ha expresado el Cardenal Joachim Meisner, Arzobispo de Köln, conocido allí como "el santo loco del Rhin", entrevistado en Roma con ocasión de su intervención en el Convenio Internacional promovido por la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y la Pontificia Universidad Urbaniana.

Si a la izquierda está la muerte y a la derecha la vida, ¿qué es el centro?, se preguntaba también este hechicero en una entrevista publicada hace tiempo en Die Tagespost, en referencia a la postura de la DC alemana con respecto a la manipulación de embriones.

Otro cardenal, Paul Poupard, Nuevo presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso y uno de los personajes más arrogantes e intransigentes de la Curia, también ha dado muestras recientemente (15/03/06) del "espíritu conciliador" que planea sobre los purpurados:

El problema principal para los españoles y en general para Europa, es el de la Verdad. Los españoles, como sus vecinos europeos, parecen haberse cansado de la verdad, como si les pareciera imposible de alcanzar. Y, consecuentemente, desconfían de las identidades claras y fuertes, abandonándose a un vagabundeo existencial y metafísico.

Tal tipo de declaraciones, procedentes de la ultraderecha vaticana, posee la sólida base que le aporta la tradición bíblica. Su hipotético profeta no dijo "Id y dialogad", sino "Id y anunciad el Evangelio a toda criatura". Esta renuncia al diálogo, así como la insólita aspiración a ser los "pioneros" de un nuevo Orden o la "humilde convicción de victoria" que, según el orate del Rhin, debería imbuir espiritualmente a los jóvenes católicos, cruzados de una nueva Edad Media, se conjuga delicadamente con las últimas declaraciones del inquisidor Cañizares, tachando de "blasfemo", "anticristiano" y de "verdadero insulto a la Iglesia" el accidentado espectáculo de Leo Bassi, a menos de dos semanas de un intento de atentado en el teatro Alfil que pudo haberle costado la vida. Parece obvio, natural y coherente que los españoles nos hayamos cansado de ese tipo de verdades inalcanzables, y que desconfiemos de las identidades "claras y fuertes", de la casta de los magos, sacerdotes y demás profetas del teísmo y la intransigencia.

Estos policías de la fe, además, se niegan frecuentemente a acceder a cuantas solicitudes de apostasía se les dirigen, excusándose, en los casos en que se rebajan a contestar las declaraciones, en la catalogación de los registros de bautismo como "archivo histórico de datos", que no afecta en absoluto al carácter privado de las creencias.

La diputada de Izquierda Unida, Isaura Navarro, ha presentado recientemente una proposición no de ley en la que insta al Gobierno español a estudiar las reformas legales necesarias y llevar a cabo acuerdos con las diferentes confesiones para establecer un procedimiento rápido que permita renunciar a la confesión religiosa a la que se pertenece. Se plantea que una posible vía puede ampararse en la Ley de Protección de Datos, pero no hace mucho el Arzobispado de Valencia recurrió una resolución de la Agencia por vía contencioso-administrativa ante la Audiencia Nacional.

Y es que los profesionales de la religión se niegan a renunciar a la situación de privilegio que han mantenido durante siglos, amparados siempre bajo el signo de Constantino. Dice Zizej que el ateísmo es un legado europeo por el que vale la pena luchar. Y añado: es posiblemente la más lúcida batalla que podamos emprender en nuestro siglo.