29.12.06

Los blasfemos, a la hoguera


¿Un pesebre en el contenedor? De kafkiano y malvado ha calificado el suceso la abogada que presentó hace unos días la denuncia en el Juzgado de guardia de la capital malagueña contra la pérfida directora del instituto “Las Lagunas”. La acusación, simple y evidente: Infracción con alevosía del artículo 525.1 del Código Penal español. Escarnio y vejación de las creencias religiosas. La penitencia exigida, recta pero indulgente: de ocho a doce meses de prisión. Que sea el año cumplido es lo que cabe desear, porque la infamia no se limitó a un insulso, bobo, desganado y poco elaborado abandono de los sacratísimos muñequitos, las cabritas, el caganer, los pastorcillos y los angelotes en el cubo de la basura. Como dice nuestra beata denunciante, la muy puta de la directora no se quedó en ofensa leve, sino que lo suyo ha sido, además de borde y con mala leche, un “ataque en toda regla contra nuestras raíces culturales”.

Los padres católicos de la FECAPA se mostraron más blanditos días antes. Pidieron, con cierta buena fe, la destitución inmediata de la interfecta por lo que consideraron “una actitud irrespetuosa”. La tacharon de “católica resentida y reaccionaria”, y a su herejía circunstancial sumaron el poco respeto y el desprecio que pareció haber demostrado la señora por las pías manualidades de los niños. El Consejero de Educación, claro, pudo oponer sus retorcidos argumentos incluso con cierta desgana y bastante descaro, pues en estas fiestas tan familiares costumbre es apelar al buen rollito de las gentes y desearse mucha, muchísima felicidad.

Por fortuna –y digo bien-, no todo es miel sobre hojuelas en este bendito país, y aún existen quienes, percibiendo indudablemente el olor a azufre allí donde comienza a infectar el ambiente, alzan a voz en grito su santa cólera y empuñan de nuevo la cruz y la espada frente a esos atisbos, tímidos todavía, del laicismo agresor y totalitario que parece querer invadirlo todo, por obra y gracia del diabólico Zapatero.

Así que, zapateros contra carpinteros, más que metáforas son claridades lo que debería exigirse en todo momento. De ahí mi apoyo incondicional y mi simpatía por la señora denunciante, que no limita sus razones a causas peregrinas fácilmente desechables por los adalides de la aconfesionalidad –“falta de respeto” o “desprecio por el trabajo de sus niños”- sino que ahonda en la raíz filosófica de la ofensa, comprende su extrema complejidad y le otorga, por ello, la debida trascendencia. Como afirma en su denuncia, se trata de un “suceso malvado”, de una “persecución contra la fe cristiana”, de un “encarnizamiento en posturas fanáticas y agresivas”, que no tiene más fin que el “lavado de cerebros” de las criaturas a su cargo. Y, por añadidura, luego, “no pidió perdón”.

La señora abogada, digna hija de la Inmaculada, virgen y patrona de la honrada abogacía españolista, ha solicitado al Juez de instrucción que extienda una orden de alejamiento, para evitar que esta moderna émula de Herodes se acerque a los “menores creyentes” y les contagie su amargura. Y ahí, definitivamente, la señora se ha quedado corta, muy corta. Yo, que soy ateo, muy ateo, y que estoy interesado en la claridad de los acontecimientos, exijo, además de la reclusión carcelaria ejemplar y del prudencial alejamiento, la condena a galeras, la excomunión, la hoguera, las orejas de burro, la flagelación pública, los grilletes, la camisa amarilla y la estrictissima y providencial sanción pecuniaria que se merece la infame. Por el bien de la acusada, para salvar su alma, es necesario que la ley actúe con toda firmeza, que el Derecho –canónico- se una al brazo secular en la aplicación sin excusas del artículo 525.

Quizá, de esta manera, las respectivas posturas queden por fin al descubierto. Los aprendices de laicistas, arrepentidos de su cansina tolerancia, mostrándose ya definitiva y firmemente contrarios a las veleidades multiconfesionalistas de unos gobiernos que inclinan su –nuestra- Constitución ante tratados internacionales de segunda, que otorgan bajo mano prebendas y sustitutivos varios a los brockers arzobispales y que siguen permitiendo, por prudencia electoralista, que la Santa y Católica Madre intervenga en la vida de todos.

Los otros, los del belén y el incienso, reclamando abiertamente la santa tierra de España, el catecismo como asignatura esencial e ineludible para la formación científica del alumnado, la asistencia obligatoria a la misa los domingos y fiestas de guardar y el retorno de aquella herramienta fabulosa que fue el Santo Oficio.

Quizá, de esta manera, se ilustre también la clase de Código Penal que está aquí todavía en vigor, cuyas leyes contra la blasfemia constituyen un residuo tan teocrático como anacrónico y con cuya aplicación estricta la magistratura caería, en estos momentos, en un ridículo y una vergüenza equivalentes a la autocensura del Teatro de la Ópera de Berlín, al caso Redeker, a la unidad de España como principio religioso o al secuestro del semanario árabe Nichan por burlarse del “rey” y del “profeta”.

Pongamos el reloj en hora de una puñetera vez. Y dejemos que lo ridículo aparezca sólo como tal, y no cargado además de insensatez y de prepotencia. Ya lo dijo el otro día el delegado episcopal de enseñanza católica: “o estamos con la vela o a guantazo limpio”.

Pues, ¡ea!, vamos a ello. Yo también quiero ser procesado por infringir el maldito 525. Me autoinculpo. Este mismo blog es buena muestra del delito: vejación, desprecio, escarnio y mofa de toda creencia religiosa. Así de claro. ¿Osará algún valiente vividor de la política proponer la necesaria reforma del Código Penal? ¿Me concederá algún católico juez unas vacaciones pagadas? ¿La virgen siguió siendo virgen después del parto? Misterium tremendum. Veamos quién tiene de su parte a la razón…

3.12.06

Ateísmo y política


Un artículo de opinión, publicado hoy en "El Faro de Murcia" y escrito por un católico, oculta entre algunas majaderías el texto siguiente:

"El relativismo es el nuevo nombre de la creencia laicista. Viene a representar el esfuerzo del ateísmo militante práctico, que enlaza históricamente con el iluminismo y puede desarrollarse en el sincretismo político (se puede dar, por lo tanto, en militantes de un signo político o de otro). El esfuerzo de este laicismo no es realizar una guerra abierta o una persecución visible, sino crear estados de opinión que vayan eliminando los fundamentos históricos de la fe".

En ocasiones, los creyentes pueden aclararnos algunos aspectos de nuestra propia militancia. La relación directa entre el ateísmo activo y la política no proviene de conjugar la increencia con una opción marxista o anarquista-campos en donde el ateísmo ha desempeñado un papel importante, aunque secundario- sino como el lógico desarrollo práctico de una actitud racional que examina críticamente el factor religioso y su influencia sobre el contexto social.

La existencia de ateos en el campo político conservador es un hecho. Basta con recordar a la Fallaci, o a Pera, el Presidente del Senado italiano, y a la corriente de los "atei devoti". O, más allá, a Maquiavelo, a Carl Schmidt o a Thomas Hobbes. Para la filosofía política conservadora, la religión es un factor de estabilización social. También Voltaire dijo aquello de que "si no hubiera dios habría que inventarlo" -a lo cual respondió Bakunin con una declaración muy típica de su espíritu revolucionario: "si dios existiera, habría que matarlo". De lo que se sigue que, partiendo del hecho personal de la increencia, es posible que se den desarrollos teóricos en el campo de la reflexión social muy diferentes.

Sin embargo, es indudable que habitamos una situación histórica y económica concreta, determinada por el neoliberalismo y por el poder abstracto del capital. Este neoliberalismo da lugar a formas de autoritarismo menos evidentes que en épocas anteriores. Aliado a este nuevo imperio está el neocristianismo en sus diversas ramas, enfrentado a un islam que constituye un claro factor de agitación en las sociedades agrarias periféricas. Ambos fenómenos ideológicos se basan en la irracionalidad y en la tradición, retroalimentándose mutuamente y manteniendo así a la humanidad en un ficticio pulso de "civilizaciones".

La influencia moral que ejercen estas monstruosidades espiritualistas tiene claras consecuencias sobre la vida de la población, porque finalmente reducen su campo de acción a la política, entendida no como el conjunto de las relaciones sociales enfocadas a la convivencia democrática, sino, por el contrario, en tanto que herramienta de control y adoctrinamiento. El complejo religioso, al menos tal como se presenta actualmente en sus diversas variantes formales, requiere para su subsistencia de una estructura jerárquica, y apela a la "libertad de culto" (o a la hegemonía ideológica) para seguir imponiendo sus modelos y sus doctrinas sociales.

Al anclarse en mitologemas, pueden prescindir de más explicaciones y seguir interfiriendo en el discurso social u oponiéndose a la necesaria racionalidad crítica que debería aplicarse en el contexto político. Una racionalidad que, por otra parte, sólo puede provenir de una posición intelectual ajena por completo a cualquier fideísmo.

De manera que, en referencia a nuestro mundo y a nuestra cultura occidental, la exigencia de una moral autónoma es el punto de partida para una transformación radical de las relaciones sociales, para que avancen hacia un espacio público de libertades reales, superando el dominio de las ideologías religiosas o mercantiles, que reducen al ser humano a la categoría de"productor", de enajenado soporte de la mercancía, del trabajo y de la alienación publicitaria.

Ese es el campo en el que el ateísmo abandona un espacio acrítico de "pura opción filosófica" para convertirse en factor de transformación social. El ateísmo implicará entonces la "descristianización" y la "desislamización", el demoler mediante la crítica subversiva, punto por punto, toda esa red de mitologemas que arranca de la justificación del poder verticalizado, de la diferencia de género, de la explotación económica o de la reducción de la cultura a un simple elemento de intercambio mercantil. La jerarquía y la autoridad se basan, en última instancia, en la aplicación terrenal de modelos celestiales. La religión es el último bastión de cualquier ideología de la rapacidad. Su punto más oculto.

En este sentido, para mí está claro que el ateísmo no está en modo alguno separado de la política. Ni en su reflexión crítica ni en su deseable campo de actuación. Hay objetivos concretos, existen posibilidades de maniobra, disponemos de razones para denunciar los avances y las estrategias de los portavoces de la irracionalidad. Pero no como una adhesión a las viejas ideologías, desde luego, ni como argumento para limitar sus contenidos o para reducir sus posibilidades. También las ideologías políticas, cuando se convierten en un marco exclusivo de valores, adoptan componentes típicos de la religión. En este sentido, el concepto de "dioses" se amplía y deja de pertenecer propiamente al terreno de la fantasía religiosa. También aquí el ateísmo ha de saber utilizar sus herramientas críticas para poner al descubierto que la irracionalidad y la fe son capaces de desplazar sus contenidos hacia una multiplicidad de ídolos no necesariamente religiosos, aunque siempre "trascendentes".

11.9.06

"Arte blasfemo"

La definición de un arte blasfemo tropieza con cirtas dificultades metodológicas. No puede ampliarse excesivamente el concepto como para integrar en él diversos movimientos o artistas que, bajo algunos de sus aspectos, pudieran ser catalogados así. Por otra parte, debemos reducir igualmente el terreno al ámbito de la cultura occidental. Sólo es concebible la “blasfemia” en el marco del monoteísmo de tronco abrahámico, debido precisamente a la exuberancia gráfica y al predominio conceptual de los mitologemas afectados: la culpa, el sufrimiento, el sacrificio, la muerte o el pecado.

El arte "ateo", por deducción, no formaría una categoría en sí mismo, sino que estaría compuesto por obras de arte independientes y dispersas, cuya temática se realizara en plena confrontación con las ideologías espiritualistas. Algunas obras de Francis Bacon o de Grotz podrían definirse como arte "ateo", aunque su grado de beligerancia se reduzca a una descripción intencional. También el constructivismo ruso, de acuerdo con lo expresado en su manifiesto, es claramente un arte ateo (¡La religión es mentira, el arte es mentira! -consigna nº 2-).


Sin embargo, para definir de algún modo el arte blasfemo, deberíamos verlo como una expresión concreta y provocadora que imite au rebours la iconografía religiosa (especialmente la cristiana). La intensidad o el extremismo gráfico de algunos artistas puede haber dado pie a que sean considerados (por los sectores reaccionarios del convencionalismo cultural) como "blasfemos".

Pensemos en Cris Burden, por ejemplo, que hizo que le disparasen en un brazo (1971) o que le crucificaran al techo de un Volksvagen (1974), y en Hermann Nitsch, que en 1965 consolidó una serie de performances con el nombre de Orgies-Mysteries-Theatre que, en bastantes ocasiones, fueron clausurados por la policía. Este artista vienés asociaba sus representaciones ritual-culturales antirreaccionarias y de carácter voluptuoso con las ceremonias religiosas, en las que el desenfreno orgiástico de los actores era una antítesis con respecto a los mitos cristianos. Se arrancaban las entrañas de un animal, entre vapores de incienso y cantos litúrgicos, terminando con la crucifixión del cadáver. El mismo Nitsch formó después el grupo "Wiener Aktionismus", donde su compañero Günter Brus se acuchillaba con unas tijeras hasta quedar cubierto de sangre, y realizaba varios actos tabú en el escenario, como cagar, vomitar o comerse su propia mierda. Tal tipo de performances ofrecen, como factor fundamental, la imitación paródica de rituales religiosos, y que por ello, aunque la catalogación de "arte blasfemo" no exista en realidad como una categoría definida, entran a formar parte de un arte radical emparentado con los conceptos de sacrificio y automutilación, profundamente relacionados con la estructura psíquica de la religiosidad.

Linda Montano, en 1975, se vistió de monja, bailó, chilló y escuchó confesiones en San Francisco. Mary Beth Edelson declaró el final del patriarcado, tras un espectáculo de autolesiones en el que equiparaba a su propio cuerpo con la tierra. Es cierto que podríamos entender todo esto como una simple expresión de masoquismo, pero es evidente que se trata de estéticas de vanguardia, marginales, es cierto, pero que a su modo expresan un "contra-terror" frente al lavado de cerebro consumista, y en los que la reacción del público es un elemento clave.

En relación íntima con este campo temático, el "arte blasfemo" utiliza igualmente la metáfora del cuerpo para hacer aparecer con extrema crudeza la livianidad y artificialidad objetiva de la panoplia religiosa. La yugoslava Marina Abramovic comienza su espectáculo Biography (1994) colgada de unos cables, ante el fondo luminoso de una enorme cruz y con unas cuantas serpientes saliendo de un saco en el suelo. Introduce en sus performances los rituales cristianos de la flagelación y la estigmatización. La francesa Orlan (n. 1947) desarrolla un arte carnal en el que manipula quirúrgicamente su cuerpo. En Single breast: phalic monstration (1979) se muestra con hábito de monja, el rostro hinchado por el bisturí y los pechos desnudos. Según afirma ella misma, se trata de invertir la idea bíblica según la cual "la palabra se hace carne", para que la carne se haga palabra. Hannah Wilke (1940-1993) hizo de sí misma el sujeto y el objeto de su arte cuando ya el cáncer había hecho estragos en su cuerpo. En la secuencia fotográfica Intra-Venus se mostraba a sí misma cubierta con una sábana, como una Mater dolorosa. Imágenes muy duras todas ellas, su mérito y su validez consisten precisamente en la ruptura salvaje con los valores estéticos de la moral cristiana.


De ahí que, aunque ni siquiera los artistas mencionados aquí se hayan propuesto la inclusión en una categorización colectiva, bien podría entenderse su concepción del "arte" como formando parte de una estética blasfema a la que artistas como Ferrari, aunque con menos radicalidad, se adhieren. El fotógrafo Andrés Serrano –otro ejemplo que no podría omitirse aquí- adopta a su manera la tradición visual del cristianismo, y representa a personajes de complejos dramas religiosos, explorando con ellos el pecado, el sacrificio y la culpa a través de un enfrentamiento con su herencia católica. En el seno de la categoría analizada, podrían incluirse sus fotografías de Immersions y Bodily Fluids, una de las cuales, Piss Christ, desencadenó las iras de buen número de creyentes convencionales.

Seguirá…

8.9.06

A propósito de la "Fundación Europa"

Carta abierta de la Federación Internacional de Ateos (FIdA) al Presidente del Parlamento Europeo, Sr. D. Josep Borrell.

Estimado Presidente:

Leemos con cierta alarma que se ha creado recientemente la Asociación para la Fundación Europa, que está auspiciada por el Vicepresidente del Parlamento Europeo, Mario Mauro, y por el Vicepresidente de la Convención de Cristianos por Europa y Director del Departamento Político Europeo, Giorgio Salina, entre otros.

Esta asociación pretende tener como objetivos la promoción de la doctrina social de la Iglesia en las instituciones comunitarias, e impulsar el dogma católico y la mención de confusas raíces históricas y culturales en la redacción del documento de la futura Constitución Europea, un texto que nos afectará a todos por igual, con independencia de nuestras creencias o criterios personales.

Por ello, dada la clara intención de promover e incrementar las influencias religiosas en unas instituciones laicas por definición, queremos exponerle algunos planteamientos que entendemos de notable relevancia:

1. El Catecismo de la Iglesia Católica, en su canon 2.266, reconoce el justo fundamento del derecho y deber de la legítima autoridad pública para aplicar penas proporcionadas a la gravedad del delito, sin excluir el recurso a la pena de muerte, dejando así abierto el camino a la justificación de crímenes religiosos o de Estado. Tal artículo contradice tanto la Carta de Derechos Fundamentales de la UE (art. 2) como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que por otra parte no ha sido hasta ahora asumida por el Estado Vaticano, al considerar sus dirigentes que tales derechos emanan de sus leyes divinas.

2. El Estado Vaticano no es miembro de la Unión Europea ni tampoco es un Estado democrático, aunque mantiene un conocido empeño en que la UE se imponga como herencia cultural una religión que paradójicamente se originó fuera de nuestro marco geográfico.

3. La doctrina jurídica de ese Estado respalda la homofobia y rechaza la igualdad de la mujer.

4. Distintos escritos de capital relevancia en la historia y legislación canónica de la religión católica implican la declarada intención del estamento vaticano de supeditar las distintas soberanías nacionales a la legislación de su doctrina social y de su moral política. Le transcribimos, como ejemplo, el extracto de un reciente estudio sobre la necesidad de la confesionalidad del Estado realizado por un reputado intelectual católico contemporáneo:

La Iglesia ha sostenido siempre que los Estados deben rendir culto público y
colectivo a Dios y ajustar sus leyes a las de Dios (…) Pero por razones de
prudencia política no lo ha exigido siempre ni en todos los países con la misma
intensidad. Nunca la Iglesia ha querido forzar las cosas en naciones donde la
Religión Católica es sensiblemente minoritaria; ha preferido ceder como mal
menor. Pero esa es la doctrina o “tesis”, con fuertes apoyos en la Sagrada
Escritura (…). Por defenderla, los católicos españoles de antaño han vertido
ríos de sangre (…). La aceptación del hecho del pluralismo religioso es una
“hipótesis” de trabajo, y nada más. Es una situación defectuosa de la cual hay
que salir.

(José Martín Brocos Fernández, sociólogo, profesor de la Universidad San Pablo
CEU, de Madrid, en revista Arbil, nº 102, marzo de 2006).

5. Igualmente, la doctrina católica no permite la libertad de conciencia ni de religión, derechos fundamentales de nuestro ordenamiento jurídico y del de todos los europeos.

Comprendiendo que resultaría abusivo relatarle todas y cada una de las controversias que se suscitarían si tal espíritu católico, u otro de similares criterios, llegase a arraigar en nuestras instituciones, dado su claro sesgo antidemocrático, le rogamos defienda de la mejor manera posible ahora -y previendo también para el futuro- los principios laicos de nuestra Unión, tomando en cuenta la relevancia de los puntos que hoy le exponemos.

Sin duda, la iniciativa llevada a cabo por varias organizaciones laicistas y humanistas europeas en apoyo de una Carta Europea de Laicidad, que complemente la Carta de Derechos Fundamentales en base a la neutralidad de las instituciones en materia religiosa, sería un acertado antídoto frente a este tipo de pretensiones.

En la confianza de que nuestra alerta sirva a los fines declarados del Parlamento Europeo, y a la espera de las decisiones políticas que usted al respecto entendemos debiera impulsar, quedamos a su entera disposición,

Federación Internacional de Ateos (FIdA)

1.9.06

París – Texas… Valencia


Benedicto el Magnánimo ha deslumbrado hoy a unos cuantos párrocos de Albano (Italia), al afirmar que la fe es más fuerte que todas esas corrientes históricas que van y vienen, como el relativismo moral, la razón ilustrada, el marxismo, el laicismo, las invasiones musulmanas, Hitler o el método científico. Voltaire era un papanatas al pensar que la Iglesia tenía pocas posibilidades -les dio a entender- pues demostrado está que el siglo XIX fue el siglo de los santos, y que cualquiera que albergue la pretensión de derrocar a la Santa y Apostólica Madre está condenado al fracaso. O al infierno, ya que, según defendía ayer mismo su amigo Amorth, decano de los exorcistas italianos, el diablo existe, posee incluso a poblaciones enteras, pues cuando disminuye la fe el maligno llena las cabezas de los hombres de supersticiones y locuras.

Pero en realidad, cuando en las sociedades humanas disminuye esa fe tan apegada a certezas absolutas, a ángeles caídos, a partos virginales o a la infalibilidad de quien manda, lo que surge, como insinuó Descartes, es la duda. Y la duda metódica conduce a la investigación científica y al respeto por las diferencias. De la duda nació la crítica social, la reflexión filosófica y el avance científico.

Frente a esa duda, tan humana y tan miserable, el santo Padre afianza la imagen de una fe invencible, triunfal frente a sus enemigos, erecta y firme ante cualquier minucia histórica como las citadas. Tras su estela, los milicianos de Cristo defienden teorías cuasi-creacionistas y las introducen en las escuelas, retocan la nomenclatura urbana en honor de sus jefes o erigen monumentos grandiosos con sus iconos publicitarios. El sacerdocio, como casta, redacta documentos que incitan a la insumisión civil, arrastra a sus fieles a manifestarse por las calles y maldice públicamente a sus adversarios ideológicos.

La amenaza de un retorno al integrismo del Medievo no es despreciable. La táctica del repliegue es un signo de alerta, aunque no terminemos de creer que lo suyo constituya un peligro serio e inminente y sigamos pensando que nuestras fuerzas son superiores. No sería extraña, sin embargo, una revalorización momentánea de sus mitos, aunque se dé en situaciones locales determinadas o respondan a un evidente sentido de la derrota. Es el caso de la infiltración de la teoría del Intelligent Design en USA, un remedo del creacionismo evangélico del XIX –el siglo de los santos. Y también de la redenominación de la Plaza del Atrio de Notre Dame, que a partir de ahora se llamará Plaza de Juan Pablo II (un personajillo bastante siniestro, como algunos sabemos).

También, lamentablemente, porque nos toca más de cerca, es el caso de la cruz de cuarenta metros de altura que, erigida orgullosa ante el Museo de las Ciencias de Valencia, se levantó de forma provisional para aquel encuentro de familias católicas que se simultaneó con el accidente de los 42 de Jesús. Tiene las simpatías de nuestros dirigentes locales, azuzados por Rita Barberá, y hasta cuenta con una campaña de apoyo orquestada por los ultras de Hazte Oír. Según sostiene el PP, lo que se ha puesto sobre la mesa es la posibilidad de que permanezca un hito en recuerdo de la visita del Magnánimo. El concejal socialista Juan Soto opina que la iniciativa es anacrónica y que ataca los fundamentos del laicismo. El Arzobispo ha querido mediar y propone que sea trasladada al nuevo panteón de los mártires azules del anticlericalismo del 36… Parece que la cosa se anima. El símbolo de la cruz, el mismo que alzaban los viejos inquisidores no hace mucho, el emblema de la fe que nos salva del diablo, de la ciencia, de la modernidad, del progreso, del marxismo, de las corrientes iluministas y hasta de Hitler, podría consolidarse como faro y sólida roca ante las excentricidades arquitectónicas de Calatrava. ¿Hay o no hay aquí una alegoría?

Los de la FIdA, era de esperar, emitieron ayer un comunicado de rechazo y denuncia, exigiendo la inmediata retirada de un icono al que consideran un falo mágico ostentoso, y cuya permanencia ataca deliberadamente los principios básicos constitucionales. Tan tímida crítica puede ser efectiva, al menos en tanto que limitada aportación a la reforma de la opinión pública y como estilete dirigido al sagrado hígado de jerarcas políticos y religiosos.

Pero, en el fondo, los ateos admiramos la mordacidad y la ironía, aunque provenga de un deísta tan iluso como Voltaire. La fe –dijo- consiste en creer en las cosas porque son imposibles. Los cristianos de hoy pueden seguir creyendo en la astucia de Eva, en serpientes que hablan, en las trompetas de Jericó o en la elocuencia de la burra de Balaam. Sin embargo, les aconsejaría, si me lo permiten, que vayan perdiendo la confianza en hitos escultóricos demasiado duraderos. La razón no puede seguir la estela de su fe.

9.7.06

El verdadero balance de cifras del EMF



Acaba de despegar, rumbo a su feudo italiano, el obispo de Roma. No ha sido, sin embargo, como una asunción virginal a los cielos, pues este tipo de milagros ya tiene muy poca credibilidad. Su visita relámpago ha servido como detonante para varias reacciones positivas, ya que ha acelerado –a su pesar- un proceso de laicización ya ineludible en la sociedad española, y ha puesto de relieve las posibilidades de acción de la crítica ciudadana, que, partiendo de la racionalidad, ha reclamado en el espacio público el derecho a la divergencia, denunciando las contradicciones, los anacronismos y el carácter retrógrado de un cierto sector del neocatolicismo. Sin olvidar, por supuesto, la sumisa disposición de alcaldesas y Presidents, el despilfarro y el presumible desvío de fondos públicos, la ofensiva clerical en defensa de sus privilegios históricos y la absurda e innecesaria muerte de los 42 de Jesús.

Si se trata de cifras, me inclino a considerar como las más descriptivas de este circo papólatra a los mencionados 42, pues ya se ha visto que la megalomanía institucional –sus American Coups, sus faraónicas locuras urbanísticas, su aspiración a exhibirse impúdicamente como centro de la cristiandad, etc.- es prioritaria a la inversión en las medidas de seguridad del transporte público, por ejemplo.

También habrá que recordar las 1.600 declaraciones de apostasía que ya empieza nuestro obispillo a rechazar, alegando que su fichero de datos no se va a someter a jurisdicciones extracanónicas, y siguiendo así la nueva doctrina católica de la insumisión civil. Lo dijo el cardenal Levada, llamando a los cristianos a desobedecer las leyes injustas contra la familia. También en este congreso ultra participó el bueno de Law, que durante su virreinato de Boston acumuló en los cajones de su mesa más de 400 denuncias por pederastia y abusos al clero de su diócesis.

Más cifras: el previsible CERO que en la mayor parte de pequeñas empresas hosteleras marcaba el contador de la caja registradora, a causa de una ciudad cortada al transeúnte, al tráfico, sembrada de controles de policía, vacía, fantasmal. Pues sus habitantes cotidianos huyeron masivamente de ella ante las esperadas hordas de adolescentes escandalosas, familias modélicas, opusianos, gladiadores, cruzados y catecumenales que, según nos amenazaron, pasarían del MILLÓN Y MEDIO, pero que al parecer fueron algunos menos… Diversas estimaciones los cuentan en unos 400.000, lo que unido a la comida enlatada y a los bocadillos de tortilla que trajeron consigo los peregrinos va a hacer poco creíble la previsión multimillonaria de ingresos que iba a traer este grotesco encuentro a la ciudad. Recordemos, sin embargo, que el propio Presidente Camps habló de beneficios inmateriales, y que la supuesta campaña de proyección turística internacional de Valencia, gracias al fasto papólatra, ha constituido una de las menos rentables de la historia de la propaganda institucional. Tiempo al tiempo.

Y, por último, un par de cifras más, todavía ocultas en el hipotético limbo de la incertidumbre: ¿cuántos responsables políticos se verán obligados a dimitir cuando se conozca el coste real que hubiera supuesto implementar un sistema adecuado de control de velocidad en la línea 1 del metro? Me temo que la primera cifra es inferior a uno. Para la segunda, puede que no más de 3.500 euros.


Pero ser la nueva capital de la Cristiandad, aunque sea por unas horas, bien vale una misa… de requiem.

8.7.06

Tres respuestas, tres



Un semanario catálán solicitó que, desde la Federación Internacional de Ateos, diéramos respuesta a este pequeño cuestionario. Cómo nos salió tan mono y tan políticamente correcto, lo cuelgo aquí.

¿Cuál es la principal razón de vuestro colectivo para oponerse o criticar la visita del Papa a Valencia?

En su doble condición de Jefe de Estado y de líder religioso, nuestra oposición se dirige tanto al carácter antidemocrático del Vaticano, cuyo gobierno no ha suscrito la mayor parte de las convenciones internacionales de los Derechos Humanos, como a la financiación pública de un evento que se reduce a simple propaganda confesional. El contenido doctrinal que viene a transmitir es además excluyente, intolerante y coactivo, y se ha diseñado como una ofensiva dirigida al mantenimiento de los privilegios históricos de la Iglesia y en contra del principio de laicidad del Estado. El apoyo entusiasta y sin matices del gobierno local y autonómico vulnera el ordenamiento constitucional y daña la necesaria neutralidad de las instituciones públicas con respecto a la pluralidad de las creencias de la ciudadanía.

¿Qué pensáis del modelo de familia que propone el Forum Mundial de la Familia que se celebrará?

El modelo de familia católico no es el modelo universal de familia, sino que lo es tan sólo para una parte de la población y responde exclusivamente a sus valores. En nuestro país es la jurisdicción civil, y no el Código de Derecho Canónico, lo que otorga validez legal a la variedad de tipos de familia existentes. El proceso de equiparación de derechos se ha de situar al margen de la orientación sexual de los individuos, y la supresión de situaciones de marginación forma parte de una concepción laica y no dogmática de las relaciones entre las personas. Por lo tanto, la imposición o la promoción de un modelo familiar exclusivo, hipócritamente avalada como una defensa, constituye en el fondo un ataque a la autonomía del derecho civil y a la independencia de éste con respecto a cualquier régimen jurídico confesional.

¿Cómo es y como habría de ser la colaboración entre las instituciones públicas (laicas por ley) y las organizaciones religiosas?

La Constitución Española de 1978 establece un marco claro de independencia entre ambas instancias, y también de colaboración en algunas circunstancias. En cualquier caso, ha de quedar excluida la imposición parcial de una determinada concepción religiosa sobre el conjunto de la sociedad. En la FIdA abogamos por la derogación del actual Concordato con el Vaticano y por la regulación de las relaciones entre el Estado y las diversas confesiones religiosas en el ámbito del derecho internacional, sin privilegios ni discriminaciones. Esto excluye cualquier tipo de financiación estatal en forma de ingresos directos o de exenciones tributarias, más allá de lo que correspondería a determinadas fundaciones o entidades declaradas de utilidad pública.

5.7.06

El veneno del ABC


Leo en el ABC un articulillo venenoso, propio del neo-nacional-catolicismo pepero más burdo, tendencioso y babeante. Se titula Valencia ya no es apóstata. Aquí está:
La llegada del Papa Benedicto XVI a Valencia ha puesto sobre el tapete sociopolítico varias cuestiones de indudable interés. La primera, y fundamental, radica en que la sociedad civil, en su mayoría más inmensa e intensa, se ha volcado en transformar la ciudad del Turia (hoy seco, junto con los demás cauces de nuestros ríos, gracias a la Ministra Narbona) en una marea de amarillo y blanco difícilmente irrepetible.

Marea que marea al Presidente de Gobierno porque sabe que la foto de la jornada (en todos los diarios menos en «El País») será la actitud genuflexa del Primer Ministro Español ante el Guía Espiritual de Roma. Zapatero se lo pensará dos veces antes de autorizar su publicación.

Con ello conseguiremos que, al menos, el corazón de Zapatero se vea dividido entre la obediencia a ETA y la obediencia al Papa. Entre dos amores: el terrorismo y su suegra. Zapatero entre el bien y el mal, entre el terror y el amor. ¡Casi nada!

Otra cuestión, no baladí, además de ver a la suegra de José Luis Rodríguez Zapatero con su hija y sus nietas acompañadas del cabeza de familia (una familia común y natural, no las que celebraron el nacimiento del arco iris) es constatar que la apostasía -en la ciudad de Valencia- es mera anécdota que no merece ni el artículo que redacto.


Mil quinientas instancias, según los colectivos irritados por la presencia del Santo Padre, han pasado por la sede Arzobispal para que se les dé de baja del censo de cristianos en activo (según el director Pedro Almodóvar y su particular ábaco de contar serían varios millones) que no se corresponden con las docenas de triángulos rojos escondidos entre las miles de banderas que, celebrando el acontecimiento eclesial, hemos colocado los vecinos de buena voluntad.

Ya sabemos que, a partir de ahora, los mil quinientos carecen de legitimidad alguna para inmiscuirse en temas de nuestra Iglesia. Y, a partir de ahora, coherencia. Trasladar nuestras manifestaciones, así como nuestras creencias y nuestra Fe, a la vida política: votando únicamente a quienes nos garanticen la libertad religiosa. José Luis Rodríguez Zapatero no lo hace.


Analizo, no sin indignación.

Excelente y comprometido argumento inicial el de presentar una imagen tan falsa de la sociedad valenciana, puesto que la mayoría que menciona no es la de los balcones engalanados ni la de los devotos de la geperudeta, sino la de una población silenciosa que aguanta como puede esta invasión de fieles.

Los que sí se ha volcado en transformar la ciudad son, por descontado, los políticos que manejan nuestra economía y nuestras vidas. Los mismos, precisamente, que se han gastando ya lo que ha hecho falta en recibir al sumo teócrata del Vaticano y en promocionar el modelo de familia aria y afín a sus intereses, pero que ahorraron cuanto pudieron en la necesaria mejora de ciertas estructuras de transporte de escaso rendimiento. Lo que ha servido, de paso, para elevar algunas almas al imaginario cielo predicado por nuestros obispos.

¿Obediencia a ETA u obediencia al Papa? La disyuntiva es falsa. El Papa sabe bien lo que es el terrorismo, ya que su Iglesia lo ha practicado desde hace siglos. Santas Cruzadas, Inquisiciones, penitencias, condenas, prohibiciones, Concordatos con estados fascistas, protección a criminales de guerra, nacional-catolicismos varios, amores ocultos y beatificación de santos varones... En cuanto a ETA, ¿nadie ha pensado nunca en que el substrato moral que sostiene a los terroristas depende, siempre, de un subsuelo religioso, que convierte al asesino ideológico en mártir de su causa? Lo vemos también claramente en esos otros teócratas enloquecidos por las recompensas beatíficas de la yihad. Sí, definitivamente, la disyuntiva es falaz. Como esa insistencia tan discriminatoria y tan propia de estos católicos, que todo lo clasifican en los términos del bien y del mal.

Y Valencia, por supuesto, no es apóstata. La sociedad valenciana habita en un marco de convivencia, basado en el respeto y en la tolerancia. Al menos, buena parte de ella. Por eso, la decisión libre que algunos ciudadanos adoptamos el pasado día 24 frente al Arzobispado sirvió para acelerar un proceso fundamental en toda sociedad madura: el laicismo, es decir, una ética civil independiente de cualquier confesión o ideología religiosa. Un sistema de valores que garantice la libertad de pensamiento y el pluralismo.

De acuerdo, fuimos pocos los apóstatas, algo más de mil quinientos. Que en efecto no se corresponden con unas pocas docenas de triángulos rojos (exactamente, seis mil quinientos). Por eso quizá todavía pueda el señor obispo ser arrogante y contestar con un NO rotundo, pío, condenatorio, aunque sepa íntimamente que el derecho y la razón están de nuestra parte. Por eso, también, se nos quiere robar la legitimidad y, de paso, hacer campaña por el PP, abominar del proceso de paz recién comenzado y exaltar el sentimiento totalitario de lo más granado del catolicismo moderno. Así vamos. Así van.

Parecería que la familia que nos vende el EMF es en realidad la de don Vito Corleone. Que, por supuesto, no celebraba el arco iris...

19.6.06

A los cristianos "de base"

Creo que fue el bueno de Bloch, en su "Principio esperanza", quien afirmó que sólo un buen cristiano podía ser ateo. Lo cierto es que no acabo de comprender las causas por las que alguien razonable puede, todavía, decirse cristiano, y mucho menos católico. Sobre todo, porque ello implica hacer caso omiso de la historia, justificar lo injustificable, resignarse a la caricatura de una Ecclesia que nunca fue lo que dijo ser y que siempre ha sido lo contrario de lo que creía ser...

¿Puede admitir todavía, un occidental moderno, todo el cúmulo de fantasías teológicas que nuestros antepasados inventaron siglo tras siglo y que han convertido en dogma de fe? ¿Qué ha pasado con la razón ilustrada? ¿Qué es el "cristianismo", si lo desgajamos de la ficción de su sobrenaturaleza? Pienso que, después del estallido existencialista de Bultmann, la teología cristiana no puede lógicamente más que redondear su periplo y negarse radicalmente a sí misma. Es decir, negar su objeto.

Queda entonces ese "ateísmo cristiano" que ya no quiere volar por las eternidades y las bienaventuranzas cósmicas, sino involucrarse en la objetividad de lo real, en la humanidad más indefensa frente al poder... Pero, entonces, lo que surge ya no es teología -Dios es la proyección del corazón humano, pensaba Feuerbach-, ni religión, sino crítica social, esperanza y fraternidad. ¿Por qué llamar aún a esto "cristianismo"?

Si lo que se pretende es descubrir el secreto del amor a través de una figura plenamente humana, ¿por qué ignorar la exégesis paleográfica, que acaba por no disponer de pruebas determinantes acerca de la existencia real de un personaje que tan bien encaja en el marco del profetismo judío y de su exigencia de liberación nacional? ¿por qué no abandonar definitivamente la teología para adentrarse en una antropología todavía poco explorada?

El problema de los textos es fundamental... Los relatos evangélicos son muy posteriores a los hechos que cuentan, y además éstos deben entenderse, con todas sus contradicciones, como leyendas de fe, es decir, como historias edificantes, destinadas a un público ansioso de soteriologías, en una época de transición. Es cierto que el análisis científico de los mismos desvela una radicalidad en términos de lucha contra la "dominación", pero ya Pablo se ocupó de imponer sus neurosis en las primeras comunidades de gentiles. El tema es complejo, aunque puede resumirse en que, no siendo en absoluto comprobables los supuestos cimientos históricos del cristianismo, lo que queda, tras veinte siglos de pura política totalitaria por parte de la Iglesia católica, es necesariamente mucha fuerza de voluntad para fijarse a una tradición religiosa a causa de un deseo intenso, humano y natural de libertad y de plenitud existencial.

En serio, que no entiendo a algunos "cristianos"... la "fe" que dicen -o decís- mantener no precisa ni de figuras históricas ni de padres celestiales. Podría explicarse neurológicamente, opino, y adherirse a otro objeto, mucho más inmediato y terreno, es decir, a la vida. Ya no responde a la tradición teológica cristiana, pero quiere recuperar las corrientes más marginales de la misma, las reinterpreta, elimina la pulsión negativa subyacente y pretende "redescubrir" un hipotético sentido original, un "evangelismo" más o menos imaginativo, más o menos dependiente de la -vuestra- imagen que cada uno se ha formado del mismo.

Comprensiblemente, aparece en los cristianos más comprometidos socialmente la tendencia a revalorizar las fuentes judías, y también a recoger la herencia de algunos movimientos contestatarios medievales, desde los Hermanos del Libre Espíritu hasta las beguinas, desde las comunidades monásticas hasta los apofáticos alemanes... Se siente la exigencia de una vida en común, de una valoración crítica de la asamblea cristiana, se niega la dirección de la jerarquía y se refuerza la idea de "experiencia", es decir, la necesidad de la práctica solidaria, la compasión y el respeto.

Pero, entonces, ¿para qué seguir llamándose cristiano? ¿en que creen ahora los cristianos? ¿por qué no ser coherentes y dar un paso más allá?

A veces, pienso que no hay más que un residual sentido de la fidelidad que provoca cierta seguridad personal.

No tiene ya mucho sentido el que defendamos y neguemos tal o cual detalle de la afirmación de la fe, o tal o cual demostración de la hipótesis "Jesús de Nazareth". Entiendo que, aunque pudiera ser demostrada con absoluta fiabilidad la inexistencia histórica de ese señor, el cristianismo podría seguir siendo un movimiento religioso. Tan sólo harían falta unas cuantas adaptaciones. El tema del Jesús histórico es muy conocido y ya se ha debatido miles de veces. No creo que valga la pena insistir; los datos existentes dan lugar a distintas interpretaciones. Pero lo que parece ser admitido por todas las partes es que la investigación descubre una curva ideológica en el fenómeno cristiano, desde sus raíces en el judaísmo tardío hasta la síntesis paulina dirigida a los gentiles.

Durante este proceso, un movimiento mesiánico de liberación nacional adquirió los rasgos de una religión universal de salvación, y los contenidos concretos, políticos, "terrenales" del mismo se transubstancializaron, recurriendo al depósito de imaginerías celestiales que se tiene a mano.

Es decir, se acudió al imaginario simbólico colectivo y se personificó a un "rey" salvador, de rasgos davídicos, pero heredero también de otras fuentes muy eclécticas: nacimiento virginal y maravilloso durante el solsticio de invierno, acciones ejemplares, enfrentamiento con el "mal", restitución de valores espirituales aparentemente perdidos u olvidados, capacidad teúrgica para obrar milagros, muerte dramática y posterior resurrección, ascenso a los cielos, etc... Parece claro que el proceso de helenización llevado a cabo por Pablo no es del todo inocente. De una ideología revolucionaria se llegó a una ideología conservadora. Y este tránsito se dio antes de que finalizase el siglo I.

Posteriormente, la exégesis tomista elaboró un sistema adecuado al mundo feudal, que se sostuvo sin muchas fisuras hasta el siglo XIX. Y mucho más tarde la teología se moderniza, recogiendo el aporte de una multitud de corrientes de pensamiento: el feminismo, el pluralismo, el existencialismo, el marxismo, lo que da lugar a la renovación teológica y religiosa del siglo XX.

Mi conclusión personal es que el cristianismo se apoya fundamentalmente en el sentimiento, aunque integra a éste en una estructura teológica mítica. Dejando a un lado incluso la obviedad de su carácter conformista, que deriva de su papel sostenedor de las estructuras socioeconómicas establecidas, la Iglesia actúa como un catalizador de contenidos internos. Toda religión recoge y asimila una aspiración humana a la trascendencia, y sus rasgos formales dependen de circunstancias históricas y geográficas. La pretensión de verdad es inherente a la formulación religiosa. En los días en que prevaleció el doctrinarismo, esta verdad era transmitida a las masas desde la jerarquía; pero en la actualidad se acepta, por lo general, que la "verdad" aparezca en forma de experiencia personal, de "descubrimiento" propio de la fe.

En ambos casos, el factor determinante es la certeza, la identificación y la integración en un modelo al que se supone cargado de realidad. Ajeno voluntariamente o no a una regulación normativa, cada cristiano reclama para sí el derecho a vivir y comprender el cristianismo como le parezca. De ahí la pluralidad de las perspectivas teológicas existentes.

Cierto es que para muchos tal perspectiva es atractiva; como razón para ser creyente se aducen inclinaciones naturales por dilucidar el carácter oscuro e inobjetivable de la existencia. Claro que también ésta es una buena razón para ser ateo...

La creencia, al fin y al cabo, siempre implica un claudicar, un regocijo interno, un convencimiento que no puede ser objetivado. A menudo un consuelo, una respuesta, un ancla. Lo que aporta un sentido a la existencia, lo que otorga importancia a vuestros actos, y os sitúa en una relación personal con la esencia de lo inexplicable, es eso: la fe. El hombre cree, pues siente vértigo.

Otros bichos igualmente humanos prescindimos de esa fe, pues nos produce aún más vértigo. Entre los coloridos desfiles de arcángeles y otras bestias aladas del Dionisio Areopagita, la hermenéutica de Schillebeeckx o la teonomía de Tillich, no veo mucha diferencia. En su base está la hipnótica atracción por el abismo de lo siempre desconocido, y la necesidad de racionalizarlo y de buscar explicaciones...

Jo no t'espere

El hecho de que habitemos en una sociedad compleja implica la coexistencia de una gran pluralidad de posiciones y de puntos de vista. Cualquiera de ellos, sin excepción, tiene derecho a exponer de forma pacífica y democrática las razones y las respuestas que considere necesarias.

Los ateos afirmamos la irrealidad de las causas trascendentes y sobrenaturales. Esto desborda el marco de una postura filosófica, y sitúa a la racionalidad en la base de la convivencia social. Esta exigencia de objetividad, en ausencia de referencias teológicas, forma parte de nuestra manera de ver el mundo. Un mundo en el que las mujeres y los hombres dan un sentido a su vida independientemente de cualquier fe y de cualquier credo.

Los representantes religiosos, por su parte, están empeñados en mantener con pureza la concepción del mundo que promueven, y reclaman también para ellos derechos fundamentales, apelando a la tolerancia y a las libertades civiles.

Pero pensamos que en un sistema democrático el laicismo es un principio innegociable, y asumimos que el poder público ha de velar por la protección de la conciencia libre de los individuos, ante las pretensiones de instaurar o de mantener regímenes normativos derivados de una determinada fe religiosa. La sociedad como tal no debe tener religión. El Estado ha de mantenerse siempre neutral con respecto a las creencias y las opciones personales de la ciudadanía.

Hay un debate que permanecía larvado en España desde 1978. El debate entre un Estado laico y aconfesional y las exigencias de una Iglesia que quiere seguir siendo poder fáctico. La polémica, en el fondo, no afecta sólo a la relación Iglesia-Estado, sino también, y sobre todo, al espacio de las libertades y de la autonomía personal.

Aunque el argumento religioso recula ante los comprometedores avances del pensamiento científico, sobre todo en los campos de la cosmología, la antropología o la biología, el problema del clericalismo persiste, y es la expresión del dominio de la Iglesia y de su tendencia a inmiscuirse en la vida social. Por ello, además de la ciencia y del conocimiento, también la democracia libera al ser humano de la superstición. El debate sobre el ateísmo y el laicismo es un síntoma de estabilidad democrática, que por supuesto incluye el desenmascaramiento de los intereses proclives a fomentar creencias irracionales.

Se suele evitar este debate público. Se opina incluso que es perjudicial e incorrecta la implantación del laicismo, que Acuerdos, Convenios y Concordatos trascienden jurídica y éticamente a los derechos individuales.

Pero la intrusión religiosa en campos como la política, la educación o la cultura, fomentando el enfrentamiento, el doctrinarismo y la censura, indica que se está sobrepasando el simple derecho a participar en el debate de las ideas.

Cuando un Gobierno se inmiscuye en el ámbito privado de la creencia, casi nadie duda ya de que se trata de una injerencia ilegítima y de un abuso. Sin embargo, si una Administración favorece espectáculos confesionales derrochando el dinero público de manera irresponsable, la cosa cambia. Se aducen justificaciones publicitarias, se prometen beneficios comunes, se apela al “derecho de las mayorías” y todo parece tan democrático y constitucional que casi constituye un delito o una impertinencia oponerse a ello.

En estos casos, los gobernantes asumen y propagan mensajes religiosos, se ponen al servicio de estrategias clericales y ondean una sospechosa moral triunfalista.

Y pretenden, además, que nadie ose plantear una réplica, que nadie alce una voz disonante. O, al menos, intentan que no se oiga demasiado…

Así que lo que decimos en voz alta es que no esperamos a un señor que viene de Roma, y al hacerlo estamos acusando a unos de despilfarradores, a otros de intolerantes y de excluyentes, y a otros más de complicidad… No es racional ni beneficioso montar un circo de esas características ni ocultar sistemáticamente su coste a la ciudadanía. No es racional ni beneficioso que la política se subordine al clericalismo. Y no lo es, tampoco, que se silencie la crítica, que se pase por alto, que se intente aparentar que aquí no ocurre nada y que se gastará “lo que haga falta” para que la visita de Ratzinger sea un éxito.

Ésta es entonces la propuesta de la campaña “Nosaltres no t’esperem”:

Hacer aflorar el debate, denunciar la arrogancia y la intransigencia, señalar el servilismo y la falta de transparencia, y, en suma, insistir en que la coherencia y la sensatez, ejercidas desde una ciudadanía crítica y reflexiva, son las mejores garantías de la convivencia democrática.

Una reivindicación del anticlericalismo

El catolicismo sigue viéndose a sí mismo como la religión histórica de los españoles. En pleno siglo XX, el estado español era el ejemplo por excelencia de una sociedad con una única religión dominante. Obispos, religiosos y católicos en general consideraban que la preservación del orden social era irrenunciable, y que ésta no sería posible sin la voluntad de apoderarse de todo el espacio público, tanto en su vertiente política como religiosa.

Frente al poder arcaico y medievalista de la Iglesia emergió, hace ya bastante tiempo, una contratradición de crítica, el anticlericalismo. Durante su fase más radical, a principios del pasado siglo, los militantes obreros, junto a un sector de intelectuales de la izquierda, emprendieron la tarea de construir una red de ateneos, periódicos, escuelas laicas y otras tantas manifestaciones de una cultura popular anticlerical, en la que republicanos, anarquistas y socialistas se daban la mano. La Iglesia se resistió con fuerza a estos intentos de modernización y de secularización. Se forjó así la historia del enfrentamiento entre el clericalismo y el anticlericalismo, entre el orden y el cambio, que, agudizada en los años republicanos, terminó con el triunfo violento de las fuerzas de la reacción. La dictadura franquista adquirió una dimensión mítica y religiosa que condenó al anticlericalismo como una práctica y una ideología perniciosa que debía ser extirpada de raíz.

Sin embargo, la oposición al poder clerical debe ser comprendida, en nuestros días, como un fenómeno cultural ligado a la historia de los movimientos por la libertad. La batalla por la enseñanza laica, por la anulación de los privilegios eclesiásticos y por el derecho a la libre expresión de la propia independencia frente a la presión ideológica de la secta mayoritaria son rasgos que apuntaban -y apuntan- a la necesidad de una transformación social.

Es imprescindible blindar el ámbito público de cualquier influencia teológica, y es igualmente imprescindible promover el debate, la reflexión y la denuncia de las actuales formas impositivas del clericalismo aliadas con la derecha católica. Pero el panorama no es excesivamente simple. Los obispos han adoptado, estratégicamente, una moral triunfalista, y alertan diariamente contra el laicismo, por la defensa de su tradicional modelo de familia y por la “unidad de la patria”. Desde el Vaticano se condena por decreto la inseminación artificial, el empleo de embriones, el uso del preservativo y las bodas entre homosexuales. Y los nuevos movimientos neogóticos de carácter ultraconservador comienzan a definirse como la masa activa y protagonista de una Iglesia triunfante en plena efervescencia…

Dada la situación, una de las iniciativas que pueden adoptarse, por coherencia, es apostatar, exigir que se nos borre de sus registros, que no se nos cuente estadísticamente entre sus acólitos. La apostasía no es más que la renuncia pública a la fe católica, el procedimiento para que la Iglesia suprima nuestros datos del libro de bautismo. Pero los policías de la fe se niegan frecuentemente a acceder a estas solicitudes, excusándose, en los casos en que se rebajan a contestar las declaraciones, en la catalogación de los registros de bautismo como un simple "archivo histórico de datos", que no afecta en absoluto al carácter privado de la creencia. Es cierto. Afecta, más bien, a los intereses económicos de la secta, así como a la defensa de sus posiciones políticas y de su influencia social.

Hace unos días, en una entrevista publicada en el Diario de Mallorca, el Presidente de Ateus de Catalunya, Albert Riba, comentaba que él jamás había iniciado el proceso de la apostasía, ya que eso equivaldría a "tomarse en serio" la legislación y la costumbre eclesiástica. Gonzalo Puente Ojea tampoco consideró nunca importante dar este paso, al relegarlo, por su parte, a un simple trámite católico carente de legitimidad. Son bastantes quienes, desde una perspectiva atea o agnóstica, conceden muy poco interés a la presentación de este tipo de declaraciones ante las autoridades religiosas, o incluso las consideran improcedentes, puesto que en cierto sentido legitiman un poder del que solicitar su aprobación.

Por otra parte, los argumentos a favor no son escasos, ni carecen de lógica. Implican una toma de posición frente a la influencia del catolicismo, refuerzan los medios para lograr una separación efectiva entre la Iglesia y el Estado, y favorecen el tránsito a una reducción de los privilegios de la ICAR en cuanto a su financiación pública.

La negativa frecuente de los obispos a aprobar las solicitudes de apostasía, así como el recurso a instancias judiciales superiores en algunos casos recientes, demuestran que el constante goteo de huidas molesta enormemente a los prelados. Junto al programa oficial de la visita de Ratzinger, alias Benito XVI, el Vaticano ofreció este mismo lunes un resumen de cifras según el cual los católicos en el estado español alcanzaban un porcentaje superior al 94 % de la población. Esta afirmación es absurda, además de falsa. En los últimos baremos sociológicos oficiales apenas superan el 76 %, pero sólo un 29 % se considera practicante, o al menos acude a misa de vez en cuando.

Por otra parte, la diputada de Izquierda Unida, Isaura Navarro, defendió recientemente una proposición no de ley en la que instaba al Gobierno a estudiar las reformas legales necesarias y a llevar a cabo acuerdos con las diferentes confesiones para establecer un procedimiento rápido que permita renunciar a la confesión religiosa a la que se pertenece. Pero los grupos parlamentarios socialista y popular se opusieron a la iniciativa. Los primeros, alegando que el planteamiento podría vulnerar el principio de separación Iglesia-Estado y que no garantizaba el derecho a cambiar de creencias. Los segundos, por considerar que carecía de sentido y que la Iglesia es además la abanderada del derecho a la libertad religiosa...

En suma, que millones de personas se cuentan entre los miembros de una asociación de la que no se puede salir, y en la que entraron sin ser consultados. Podría decirse que nos encontramos ante un intento de recatolización de la sociedad, que además no duda en promover situaciones de conflicto y en criminalizar cualquier atisbo de disidencia. Ejemplo evidente de ello lo tenemos en las últimas declaraciones del Arzobispo de Valencia, y también en las acusaciones lanzadas hace unos días a la plataforma “Nosaltres no t’esperem” por parte de la fundación organizadora del EMF, calificándola de “grupúsculos radicales de carácter violento” que pretenden “amenazar al Papa” y “boicotear su visita”.

Dijo Agustín García-Gascó, en la última de sus peroratas semanales, que “determinados grupos están llevando su libertad ideológica más allá de lo que es admisible”, que “las injurias, las burlas y las exhibiciones de desprecio son provocaciones reaccionarias a las bondades y beneficios de la familia fundada en el matrimonio entre varón y mujer”. Y añadió que los “ataques contra la familia” se llegan a personificar en “desconsideraciones y burlas contra el Santo Padre y su visita a Valencia”. “Esas ofensas -señala- traspasan cualquier límite de cortesía al que está obligado un Estado con respecto a una autoridad religiosa mundial, por lo que está obligado ya no sólo a no potenciarlas, sino a rechazarlas públicamente”.

De carambola, el ataque del obispo a una campaña cívica, pacífica y democrática que reivindica el derecho a exponer públicamente su disconformidad con la visita del dictador teocrático y con el agasajo vergonzoso que se le prodiga, derrochando fondos públicos en beneficio de una confesión religiosa determinada, se vehicula hacia la exigencia y la crítica a un gobierno central nominalmente socialista que ni siquiera defiende con coherencia las posiciones básicas del laicismo.

En el fondo, el nerviosismo que se adivina tras estas manifestaciones es significativo. La contracampaña orquestada por ciertos elementos de la derecha radical en apoyo y rendimiento de pleitesía a Ratzinger, a la que han titulado, en un alarde de imaginación, “jo sí t’espere” (“yo sí te espero”), tiene tras ella a la plataforma ultraconservadora “Hazte oír”. La invasión cromática vaticana empieza a verse ya en forma de huevos lanzados contra las librerías que se niegan a poner en sus escaparates iconografías católicas de bienvenida. Algunos institutos públicos retiran las pancartas con la señal de peligro en forma de mitra papal, alegando razones de tolerancia y de respeto. Aparecen en los balcones banderas preconstitucionales, y la ironía callejera ya se viste con camisetas alusivas a la vida sexual de la alcaldesa, en lo que es una clara denuncia de la hipocresía en la que habitan algunos…

Ante el espectáculo en ciernes, no es extraño que buena parte de la población recupere la herencia de un anticlericalismo y de un laicismo que, lejos de presentarse como una actitud trasnochada, fanatizada y violenta, es hoy ante todo un síntoma positivo de la recuperación de las virtudes ilustradas por parte de una sociedad ya madura y capaz de ejercer públicamente su derecho a la crítica.

8.6.06

La bestia

Mientras los cardenales alertan diariamente contra el laicismo, y el sumo teurgo condena por decreto la inseminación artificial, el empleo de embriones, el uso del preservativo y las bodas entre homosexuales, los obispos, demasiado ocupados en ocultar los escándalos y abusos de sus subordinados, reciben gozosos a los nuevos movimientos neogóticos que comienzan a definirse como la masa activa y protagonista de la Iglesia sufriente.

Y es que entreven, por los resquicios de una época que ya no les comprende, una inmediata y cercana Iglesia triunfante, la novísima era del Paráclito emplumado que, siguiendo el milenarismo profético de Joachim de Fiore, transmutará el mundo y provocará el descenso apocalíptico de la Jerusalén Celestial.

Hace pocos días, el gurú Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, habló en la plaza de San Pedro durante el encuentro de Benedicto XVI con los nuevos movimientos. A los obispos europeos y a sus aguerridos acólitos, tras aleccionarles con las amenazas de la destrucción de la familia y la secularización de Europa, les habló de los nuevos carismas, y les recordó que la Iglesia está siempre en combate contra la bestia. Continuó literalmente así:

Mientras la humanidad da un giro hacia una nueva era, tareas de una gravedad y amplitud inmensa esperan a la Iglesia, como en las épocas más trágicas de la historia. Se trata de confrontar al mundo moderno con las energías vivificantes y perennes del Evangelio. El Papa Juan XXIII supo profetizar la «era nueva», la posmodernidad, el ateísmo visible, en que estamos sumergidos. Tenemos que comprender que sólo el Cordero degollado vence a la bestia.

La alucinante doctrina de los infiernos, con sus visiones macabras y sus inimaginables suplicios, no es más que la racionalización teológica de un arma de disuasión, basada en la necesidad y en la prueba de una justicia divina implacable. Comprendamos que, para los funestos ideólogos del catolicismo, resulta complicado ya que su audiencia experimente terror ante ese fantástico auto medieval que han representado durante siglos.

A efectos estratégicos, resulta sin embargo más coherente y eficaz una traslación del símbolo a la realidad, la proyección sobre el adversario de los más espantosos contenidos de su hirviente imaginación. La bestia, siempre multiforme y adaptada a los diversos miedos que han inculcado históricamente desde el púlpito (a la carne, al hereje, al luteranismo, al comunismo, al racionalismo, a la disgregación de la familia, a la increencia, al relativismo...) aparece eternamente enfrentada al Cordero degollado, que acumula y resume en sí los paranoicos conceptos de salvación personal, de mensaje eterno, de elección y compromiso, de sentido de la vida y de tantas otras fórmulas confusas tras las que disimulan, los teólogos, su avidez de sangre y de dominio temporal.

Materializando así el espíritu maligno de sus pesadillas en formas concretas, definidas, que desde su propia y extraña perspectiva se apodera de los hombres y les sitúa al otro lado, los nuevos cruzados de la fe pueden justificar en público su papel de parásitos, señalando con el dedo a cada nuevo adversario, a cada nueva potencial amenaza. El mecanismo, la técnica, es muy antigua...

Uno de los mayores logros del idealismo es su capacidad de transformación, su carácter mimético. Elabora abstracciones metafísicas, les otorga primacía ontológica sobre la materia, y luego las hace descender hipostáticamente sobre las desprevenidas cabezas de la plebe. El entretenimiento platónico de las Ideas, su constante vaivén arriba y abajo, parece haber hipnotizado desde siempre a los hombres. Abducidos por una mística de la irrealidad, por complejas construcciones psicológicas fabricadas ex-profeso, adquieren los creyentes un código moral adecuado a las necesidades de la ideología a transmitir y de sus necesarias adaptaciones.

De este modo, que exteriormente aparece como burdo y simplista, la demonización del otro, de aquel que no milita en sus ejércitos, del salvaje incapaz de sentir temor de Dios y que habita en los márgenes de su imaginario mundo, se convierte en una práctica usual y adquiere rasgos casi permanentes.

Hoy se ha comprobado con claridad: han hablado abiertamente de la existencia de elementos marginales, de grupúsculos que incitan a la violencia contra el santo Padre, de radicales de ultraizquierda, de microasociaciones y minipeñas de perjuros, calumniadores, blasfemos, promotores de la homosexualidad e intolerantes que amenazan al Papa y que piden el boicot a su visita.

Los teócratas señalan, discriminan, definen, identifican de nuevo a la bestia, al no-dios, al espíritu del mundo. ¿Le temen? ¿le odian? ¿le necesitan para subsistir?

¿O simplemente se trata de una distracción en la estrategia de un ataque dirigido a adversarios más poderosos? En cualquier caso, parece que su desprecio y su rabia contenida les ha jugado esta vez una mala pasada. La astucia secular del clero se derrite en conatos de autodefensa que se advierten casi desesperados.

Ante la perspectiva de más de un millón de iluminados, cruzados, legionarios, vírgenes, numerarios, catecúmenos, adoradores de vísceras y artistas del espíritu; ante la visión gloriosa de su icono extendido como un yugo en cientos de miles de cuerpos; ante la magnificencia de una ceremonia mágica multitudinaria y vistosa, para cuyo éxito mediático la mejor política frente a la disonancia popular sería el prudente silencio, incurren, los organizadores del EMF y los ejecutivos del Vaticano que les inspeccionan, en el error de atravesar la línea de tiro del No t'esperem y de servirles en bandeja una denuncia por injurias y calumnias.

La fuerza colectiva no domesticada, ese monstruo de mil cabezas que encarna para ellos el mal, puede ocasionalmente darles un zarpazo.

Sin embargo, quizá convenga otra táctica de guerra. Permitirles el empleo inmoderado de la mentira, provocar su ira de forma elegante, ponerles en evidencia, desenmascarar la mugre que ellos llaman caridad cristiana e iluminar las sombras bajo las que se arrastran. Dejar que sus errores y su intransigencia aparezcan a la plena luz del día, que el infinito amor que dicen sentir por su rebaño brille piadosamente como una úlcera abierta.

En el fondo, el propio discurso por ellos utilizado bastará para su inevitable crucifixión pública. Ni siquiera la bestia tendrá necesidad de desempeñar un pequeño papel secundario en este Apocalipsis.

30.5.06

"No te esperamos", Papi


Esta semana hemos seguido atentamente el desarrollo de la campaña "Nosaltres no t'esperem", que en sus primeros siete días ha conseguido más de 3000 adhesiones particulares on line, y unas 200 más procedentes de diversas organizaciones, partidos, sindicatos y colectivos varios. La próxima visita de Ratzinger a Valencia parece además insuflar sanas energías a los políticos de EU, que de tan pesados y peseteros que se han puesto han provocado el enojo del pportavoz del Consell. Pons pasa de todo, no quiere oir hablar de cifras ni de ecuaciones. Ya dijo que aquí se gastaría lo que hiciera falta, porque ese señor es un tío muy importante, y se lo merece, coño. Esos sedicentes, además, no tienen cataplines, como ha dicho uno por ahí en su blog. Si tú tampoco tienes de eso, y le guardas ganas al Papi, puedes firmar aquí.

La polaca y ultra Radio María no quiere domesticarse, y la COPE sigue como siempre, mintiendo y esputando odios episcopales. Un arreglillo aquí y allá, eso sí. De Jiménez Losantos me han contado que es más ateo que Buñuel. Se metió el otro día con los del diario Levante por prestarse a colaborar con los niñatos esos que quieren jorobarle el sueño a Benito. Por cierto, el lunes 5 de junio se presenta en su Club la Campaña.

Un estudio conjunto de las Universidades de Harvard y Chicago ha alcanzado una conclusión esperanzadora: los niños desconfían, y mucho, de las supersticiones religiosas, y les mola más la ciencia. Ya lo indicaba aquel alarmante estudio de la "Fundación Santa María": los jóvenes son cada vez más descreídos, tan sólo un 5 % acude el domingo a misa, y los otros van por ahí diciendo que "Dios es un invento de los curas". A dónde vamos a parar…

Da la impresión de que a la Santa Madre nadie la deja en paz. En los colegios de Jaen descuelgan los crucifijos, la flamante ministra italiana de la Familia quiere legalizar las uniones civiles (esas que no pisan la sacristía “ni pa dios”), Moraleda se pone chulo y dice que el Catecismo no es una ley del gobierno, a Cañizares le produce dolor de cabeza tanta marea laicista y la CEAPA sigue con el rollo de las clases de religión... Vamos, que tanto apóstata y tanta mala leche y tan poca educación y tanto mariquita suelto no puede ser bueno. Suerte que Papi ha visitado estos días el bonito campo de exterminio de Auschwitz y ha recordado los buenos tiempos de su juventud. Dijo allí que Hitler quería matar a Dios y que hay unas fuerzas oscuras muy cínicas y ateas que emergen en el horizonte. Vale, lo de Hitler tiene un pase, porque casi nadie sabe –o recuerda- que Adolfito era un católico convencido y que jugaba al Monopoly con san Pío XII. Pero eso de las fuerzas oscuras… Papi, ¿te pillaste un empacho de tebeos o es que te han venido cagaletas?

Los Legionarios neogóticos de Maciel están algo confusos. Eso de que Benito le haya dado vacaciones sempiternas a su líder no acaba de entrarles. Pero, al menos, el semanario ultracatólico Alba no le escatima elogios, y -horrendo crímen- llega a poner en duda la infalibilidad de esta decisión de Papi. En realidad, ¿qué importancia tienen unas tiernas caricias prodigadas paternalmente por el bueno de Maciel a los chavalines del seminario? Y es que las fuerzas oscuras esas quieren hacer pasar por conducta viciosa cualquier atisbo de apertura eclesial a la modernidad...

Y, encima, a los miembros del Comité por los Derechos del Niño en la ONU no se les ocurre más que tomarse en serio las acusaciones dirigidas nada menos que al 30 % de los sacerdotes mexicanos, por abuso sexual y otras guarrerías. Es decir, a 4.200 curas cuya única falta ha sido demostrar que siguen siendo muy machos, aunque lleven faldones.

Para no perderselos: los artículos de Maruja Torres y de Juan Goytisolo en El País, y la “Carta abierta a Benito XVI”, en La República.

Por cierto, 22 millones de personas han muerto hasta ahora por el SIDA.

Observatorio del ateísmo
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Observatorio de las religiones
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21.5.06

Observatorio FIDA, 15 a 21/05/06

De campañas y delincuentes varios
Decía un ateo del XVIII que los sacerdotes se muestran, en todo tiempo, como promotores del despotismo y enemigos de la libertad pública, que su oficio exige esclavos envilecidos que nunca tengan la audacia de razonar. La avaricia y la ambición son las pasiones dominantes del sacerdocio, y por eso nada nos extraña que los Legionarios de Cristo, los perros de presa del octogenario sacerdote Maciel, consolidados en el centro del poder político y económico en varios países del mundo, anden últimamente algo nerviosos tras la reprimenda papal que restringe el ministerio de su pederasta fundador.

Algunos ya intuyen sabiamente que la publicidad que se le está dando a este escándalo, sumado al prodigioso marketing del bodrio de Dan Brown que tantas abiertas llagas y ocultas dichas está provocando entre los antropófagos seguidores del mito del nazareno unigénito, es debida a una campaña anti-cristiana mundial promovida por ateos y libertinos hedonistas.

Porque, ¿cómo explicar -si no- las osadas burlas y obscenidades exhibidas en Vila-Real por parte de algunos irreverentes e inmorales ciudadanos, que han provocado el estupor y la indignación de los atemorizados párrocos del lugar?

¿Y cómo explicar, también, que los desviados sexuales y los ateos, los laicistas, epicúreos, atomistas y librepensadores, las feministas, los rojos, los bakuninistas y los nietos de Kropotkin, los intelectuales y las putas, se escondan tras un blasfemo manifiesto público y una campaña de desprestigio que intenta afear esa gran fiesta ecuménica de la que tantas satisfacciones y beneficios espera recibir buena parte de la clase política del País Valenciano?

Incluso algunos herejes que, desde su propio cristianismo contestatario, desdeñan, al parecer, la sacratísima primacía ministerial del Sumo delincuente del Vaticano, han colaborado en esta infamia. ¿Cómo -insisto- hubiera sido posible tamaña osadía por parte de estos despojos de la civilización judeocristiana sin la dirección oculta de fuerzas tenebrosas que, agazapadas en la sombra, maquinan contra el representante de cristo en la tierra?

Pues ahí está. Nosotros no te esperamos, dice el slogan. Y pretende ir a más. A lograr la adhesión de quienes, en un arranque de soberbia laicista, osan dudar de la verdad de esta España católica, varonil, heróica y mártir, fundada sobre la Familia, el Trabajo y el Orden. A conseguir la colaboración y el respaldo de una ciudadanía consciente de que, en una democracia real, es imprescindible blindar el ámbito público de cualquier influencia teológica, de cualquier fantasía apoyada en ficciones morales y/o religiosas.

A Benito XVI, ya mosqueado por el diabólico anticlericalismo del gobierno de Zapatero, sólo le faltaba comprobar que la impericia de los gobernantes valencianos pueda favorecer una eclosión de actividades ruidosas y molestas: debates sobre ateísmo, laicidad, escuela pública, propagación del SIDA, matrimonios aberrantes, financiación de la Iglesia católica y otras gaitas, exposiciones blasfemas y burlonas, titiriteros increyentes haciendo mofa del Pastor alemán, y un largo etcétera. Mano dura, señores, es lo que hace falta. No nos vayan a joder, estos descreídos, el bonito recibimiento que se merece Joseph.

Quieren, los honrados y obsequiosos ppolíticos de la Comunidad valenciana, sembrar el recorrido desde el aeropuerto con miles de banderas vaticanas (banderas, dicen, de un Estado parásito que nunca encontró cinco minutos para firmar la Declaración de los Derechos Humanos). A lo mejor, quién sabe, lo que encuentra nuestro héroe son unos cuantos miles de pancartas que ubican su sombrero más lujoso dentro de una señal de peligro. Imaginad el cabreo que se puede coger...

Hay más noticias, claro. Terrorismo religioso, escaqueos políticos, reacciones al Código da Vinci, despilfarro de recursos públicos, rectificaciones y retractaciones tras la nueva ley sobre el aborto en Colombia, responsabilidad de la Iglesia argentina en la represión, el peligroso revisionismo de Sarkozy, los siempre sabrosos argumentos jurídicos del bueno de Cañizares, e incluso unas declaraciones muy divertidas del arzobispo de Burgos.

Y también convocatorias, artículos de opinión, erotismo blasfemo, campañas contra la religión en las escuelas, entrevistas, documentos sonoros... Ahí están los enlaces.

Observatorio del ateísmo
Observatorio de las religiones

15.5.06

Observatorio FIDA, 08 a 14/05/06


Boletín semanal de actualizaciones en la página de la Federación Internacional de Ateos (FIDA). (8 a 14 de mayo de 2006)
Editorial

Sigue siendo de actualidad el romance entre los organizadores del EMF y los organismos públicos de la ciudad de Valencia. Ni un euro van a regatear los adeptos de Camps, sobre todo por la superabundancia de los beneficios que piensan obtener, aunque sean espirituales. Por eso la coordinadora de Esquerra Unida en la Comunidad Valenciana ha dicho que el gasto público en la visita del Papa es "indecente". Los millones bailan. La alcaldesa sólo da saltitos.
El párroco de Sinarcas parece algo alterado. Nadie en el pueblo le aprecia mucho, le organizan botellones en la puerta de la sacristía y algunos jóvenes tienen el valor de burlarse de sus sagradas hostias. El arzobispo se ha puesto de su lado, y ha decretado la suspensión de la misa en este pueblo maldito. Como en el siglo XI. Además, acusa a dos ediles del ayuntamiento de coaccionar al cura. No hay nada como tener un hermanito mayor.

El Ayuntamiento de Tarragona, más dócil, anuló una exposición artística que hacía mofa de la santa Madre. Han dicho que no es cuestión de ir ofendiendo a nadie. La libertad de expresión, ¿no estaba recogida en la Declaración de Derechos Humanos?

Los italianos también lo tienen crudo. Y no sólo por lo del "8x1000". La UAAR (Unión de ateos, agnósticos y racionalistas) ha interpuesto demanda a un pobre maestro de escuela cuya única falta ha consistido en hacer cantar a los niños el himno patronal. Y es que ya no hay respeto por las tradiciones. Pero aquí también hay acciones legales: Escuela Laica de Valladolid iniciará mañana la vía judicial para reclamar la retirada de los símbolos religiosos del colegio público Macías Picavea de Valladolid. Los consejeros de la Junta no acaban de entender tamaña insidia laicista.

Otro frente de inagotables sorpresas es la manía que le tienen estos tipos a los gays, y, en general, a todo lo que huela a entrepierna. Benito insiste, y presiona al gobierno italiano condenando el matrimonio homosexual y el reconocimiento de las parejas no casadas. Los amigos de Liberacción propusieron ayer una morreada general delante del arzobispado de Madrid. Qué guarras. Se convoca además un acto general de apostasía en Valencia, para el próximo 24 de junio. Este tipo de iniciativas deberían ser constantes en todo el Estado. A ver si así nos borran a todos de un plumazo.

Bergoglio, el cardenal argentino ultraderechista, también está muy irritado con el descaradísimo periodista Verbitsky. No se le ha ocurrido a éste sino publicar un libro (La Isla del silencio) a propósito de las acciones de la Iglesia católica argentina durante los años de la dictadura. En él, acusa a Bergoglio de actos sumamente graves. Lo sentimos, Jorgito. Ya vemos que tenías razón cuando dijiste aquello de la piedra atada al cuello.

Super Cañizares vuelve al ataque, y no duda en equiparar el aborto con el terrorismo. A mí este hombre me recuerda a uno de esos predicadores medievales que atemorizaban a los incautos desde el púlpito con los horrores de los infiernos. Pero es que ahora parece que la ICAR encuentra de moda hacer referencias a la violencia política. Celestino, el observador del Vaticano en la ONU, ha encontrado la solución al terrorismo. Son... ¡las religiones! Tal descubrimiento ha dejado anonadado al Baron d'Holbach, que en su blog (éste que estás viendo) analiza el último comunicado del Servicio de Información del Vaticano al respecto de religión y terrorismo.

A propósito del aborto, la jerarquía eclesiástica colombiana está que trina, repartiendo excomuniones por los pasillos del poder judicial. Los magistrados de la Corte son unos "payasos", según el cardenal Rubiano. Delante de un micrófono, ha dicho que los fieles deben obedecer primero a Dios, y después, si no les causa mucha molestia, a las leyes de los hombres.

Los faístas de Tierra y Libertad reproducen un artículo de Paolo Iervese publicado en Umanità nova. Tras analizar la primera encíclica de Benito XVI, concluye afirmando que "la irracionalidad ligada al acto de fe nutre siempre, con el propio consenso, la racionalidad del proyecto de dominio de las instituciones de poder". Bien dicho.

La eutanasia sigue provocando eccemas. El eurodiputado británico Chris Davies afirma, en una entrevista publicada en El País, que la muerte digna forma parte de los derechos humanos. Jorge León fue hallado muerto hace unos días, desconectado de la máquina que le permitía respirar. Recomiendo la lectura de On Suicide, de Hume.

Al cardenal Castrijón le damos pena los ateos, piensa que somos "pobres huérfanos". Ellos, que tienen tantos padres y tantas madres, parecen padecer de astenia primaveral, y les da por decir que la Iglesia se está renovando, que florece a pesar de la ola de laicismo que nos invade. Gracias, pater.

La Libre Belgique publica un artículo de opinión interesante, Cuando la cruz está al servicio del poder. Bush, Putin, Chirac y Blair (aunque no sólo ellos) recurren frecuentemente a la religión para asegurar su legitimidad. Por la gracia de Dios, se decía por aquí no hace mucho, y lo ponía en las monedas del dictador Franco.

Por primera vez, nos llama la atención el asunto del Código da Vinci. Aprovechando que el mismo editor de la novela de Brown publicará en EEUU el Camino, de san José María Escribá, algunos indios se han puesto en huelga de hambre y otros reparten una recompensa a quien le lleve ante sí al escritor "vivo o muerto". Parece que la peli de marras no va a estrenarse en la India ni en Filipinas. No vaya a ser que se conviertan todos en ateos.

Hay más, algunos escandalillos, curillas asesinos, prelados detenidos injustamente por acercarse al parque de Valle Giulia, cardenales pederastas... pero, en fin, eso ya casi no es noticia...

Observatorio del ateísmo

14.5.06

Religión y terrorismo


El arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, intervino ayer en la serie de consultas informales de la asamblea general de ese organismo para contrarrestar el terrorismo.

El arzobispo recordó que a principios de este año, el Papa había invitado a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a aunar sus esfuerzos para acabar con el fenómeno del terrorismo y construir una coexistencia justa y pacífica.

Para Benedicto XVI, dijo el nuncio, las causas del terrorismo no eran solo políticas y sociales, sino también culturales, religiosas e ideológicas, por eso la delegación de la Santa Sede ha acogido con agrado el informe de las Naciones Unidas sobre este tema porque ha incorporado un componente cultural y religioso a su estrategia global de lucha antiterrorismo.

La Santa Sede -prosiguió-, está dispuesta a apoyar las iniciativas que animan a los creyentes a ser agentes de paz. Además, cuando la naturaleza verdadera de la religión se entiende y se vive correctamente, ésta puede ser parte de la solución más bien que del problema. Por eso, las Naciones Unidas deberían animar a las religiones a dar esta contribución, es decir, llamarlas a crear, apoyar y promover la condición previa de todo encuentro, todo diálogo, toda comprensión del pluralismo y la diferencia cultural que es la dignidad de la persona humana. Nuestra dignidad humana común es la verdadera condición previa porque se antepone a cualquier consideración o principio metodológico, incluso a los del derecho internacional. Es la "Regla de oro", que se encuentra en todas las religiones del mundo. Fomentar la conciencia y la experiencia de esta herencia común seguramente ayudará a traducir esta visión positiva en categorías políticas y sociales que, a su vez, darán forma a las categorías jurídicas ligadas a las relaciones nacionales e internacionales.

El arzobispo recordó que la exclusión política, social y económica espolea la frustración de los jóvenes y desemboca en subversión del orden en algunos lugares. Si esas cuestiones se resuelven con rapidez y justicia -subrayó el nuncio- las naciones pueden privar a los terroristas del oxígeno de odio y de agravios, verdaderos o imaginarios, con el que intentan legitimar sus acciones y reclutar a las personas más impresionables.

El observador permanente de la Santa Sede concluyó afirmando que la estrategia antiterrorismo debe caracterizarse por la eliminación del sustrato moral que sostiene a los terroristas, de ahí que el tratamiento de estas personas deba atenerse siempre a las normas humanitarias internacionales.

(Vatican Info Service, 11.05.06)


Por decir lo mínimo, es deliciosamente conmovedor ver cómo la jerarquía vaticana sigue siendo capaz de ejercicios de hipocresía semejantes...

Primero, porque el substrato moral que sostiene a los terroristas depende, siempre, de un subsuelo religioso, que convierte al asesino ideológico en mártir de su causa.

Segundo, porque la coexistencia justa y pacífica que pretende construir la nueva Iglesia parece ignorar por completo el papel histórico desempeñado por esta organización, y ello podrá engañar sólo a unos pocos desprevenidos. O quizá no a tan pocos...

Tercero, porque la llamada a la dignidad humana como condición que se antepone a cualquier principio metodológico, incluso al derecho internacional, es una declaración evidente de la voluntad de injerencia clerical en el espacio público. Otro modo de decirlo es el expreso deseo de que su visión dé forma a categorías jurídicas absolutas a partir de una imaginaria herencia común -esta vez, la alusión es deliciosamente indirecta, y sólo faltaría añadir aquí el término europea para clarificar el sentido político de la intervención del arzobispo Migliore-.

Y cuarto, porque la actual estrategia de rediseñar una doctrina social de la Iglesia Católica capaz de atraer a ciertos sectores de la población no hace más que traducir en términos más dulces la tradición ultra-conservadora del XIX. La alusión a la subversión del orden y a la frustración de los jóvenes tiene un siniestro matiz constantiniano, un vago regusto a Cruzada nacional, a santa paz y a rebaño de Dios.

Pero aún parece resonar en el aire el eureka graznado por Benedicto: “las causas del terrorismo no son solo políticas y sociales, sino también culturales, religiosas e ideológicas”. Felicidades, Joseph. No podríamos, los ateos, expresarnos mejor.

El terrorismo consiste en combatir, mediante el terror, el dominio de otro. Pero también es la dominación mediante el miedo, la utilización de la violencia con fines políticos. Y, dado que la violencia física, doctrinal, intelectual, política y moral ejercida históricamente por la Iglesia ha apuntado siempre a su propio interés, a mantener una hegemonía absoluta sobre las conciencias, ¿existe alguna razón que impida definirla como una organización terrorista? El arma definitiva contra el terrorismo, contra el fanatismo, contra la violencia ciega, ¿será, como afirma el observador Celestino, la religión?

¿O, quizás, sólo quizás, la razón y la fuerza de la lucidez?

No deberíamos privarnos, los ateos, de aplaudir con abierta satisfacción las últimas palabras de Migliore: Si esas cuestiones se resuelven con rapidez y justicia, las naciones pueden privar a los terroristas del oxígeno de odio y de agravios, verdaderos o imaginarios, con el que intentan legitimar sus acciones y reclutar a las personas más impresionables.

Hacía tiempo que no leía una definición tan exacta de la religión: Oxígeno de odio imaginario que intenta legitimar las acciones de los más impresionables.