5.7.06

El veneno del ABC


Leo en el ABC un articulillo venenoso, propio del neo-nacional-catolicismo pepero más burdo, tendencioso y babeante. Se titula Valencia ya no es apóstata. Aquí está:
La llegada del Papa Benedicto XVI a Valencia ha puesto sobre el tapete sociopolítico varias cuestiones de indudable interés. La primera, y fundamental, radica en que la sociedad civil, en su mayoría más inmensa e intensa, se ha volcado en transformar la ciudad del Turia (hoy seco, junto con los demás cauces de nuestros ríos, gracias a la Ministra Narbona) en una marea de amarillo y blanco difícilmente irrepetible.

Marea que marea al Presidente de Gobierno porque sabe que la foto de la jornada (en todos los diarios menos en «El País») será la actitud genuflexa del Primer Ministro Español ante el Guía Espiritual de Roma. Zapatero se lo pensará dos veces antes de autorizar su publicación.

Con ello conseguiremos que, al menos, el corazón de Zapatero se vea dividido entre la obediencia a ETA y la obediencia al Papa. Entre dos amores: el terrorismo y su suegra. Zapatero entre el bien y el mal, entre el terror y el amor. ¡Casi nada!

Otra cuestión, no baladí, además de ver a la suegra de José Luis Rodríguez Zapatero con su hija y sus nietas acompañadas del cabeza de familia (una familia común y natural, no las que celebraron el nacimiento del arco iris) es constatar que la apostasía -en la ciudad de Valencia- es mera anécdota que no merece ni el artículo que redacto.


Mil quinientas instancias, según los colectivos irritados por la presencia del Santo Padre, han pasado por la sede Arzobispal para que se les dé de baja del censo de cristianos en activo (según el director Pedro Almodóvar y su particular ábaco de contar serían varios millones) que no se corresponden con las docenas de triángulos rojos escondidos entre las miles de banderas que, celebrando el acontecimiento eclesial, hemos colocado los vecinos de buena voluntad.

Ya sabemos que, a partir de ahora, los mil quinientos carecen de legitimidad alguna para inmiscuirse en temas de nuestra Iglesia. Y, a partir de ahora, coherencia. Trasladar nuestras manifestaciones, así como nuestras creencias y nuestra Fe, a la vida política: votando únicamente a quienes nos garanticen la libertad religiosa. José Luis Rodríguez Zapatero no lo hace.


Analizo, no sin indignación.

Excelente y comprometido argumento inicial el de presentar una imagen tan falsa de la sociedad valenciana, puesto que la mayoría que menciona no es la de los balcones engalanados ni la de los devotos de la geperudeta, sino la de una población silenciosa que aguanta como puede esta invasión de fieles.

Los que sí se ha volcado en transformar la ciudad son, por descontado, los políticos que manejan nuestra economía y nuestras vidas. Los mismos, precisamente, que se han gastando ya lo que ha hecho falta en recibir al sumo teócrata del Vaticano y en promocionar el modelo de familia aria y afín a sus intereses, pero que ahorraron cuanto pudieron en la necesaria mejora de ciertas estructuras de transporte de escaso rendimiento. Lo que ha servido, de paso, para elevar algunas almas al imaginario cielo predicado por nuestros obispos.

¿Obediencia a ETA u obediencia al Papa? La disyuntiva es falsa. El Papa sabe bien lo que es el terrorismo, ya que su Iglesia lo ha practicado desde hace siglos. Santas Cruzadas, Inquisiciones, penitencias, condenas, prohibiciones, Concordatos con estados fascistas, protección a criminales de guerra, nacional-catolicismos varios, amores ocultos y beatificación de santos varones... En cuanto a ETA, ¿nadie ha pensado nunca en que el substrato moral que sostiene a los terroristas depende, siempre, de un subsuelo religioso, que convierte al asesino ideológico en mártir de su causa? Lo vemos también claramente en esos otros teócratas enloquecidos por las recompensas beatíficas de la yihad. Sí, definitivamente, la disyuntiva es falaz. Como esa insistencia tan discriminatoria y tan propia de estos católicos, que todo lo clasifican en los términos del bien y del mal.

Y Valencia, por supuesto, no es apóstata. La sociedad valenciana habita en un marco de convivencia, basado en el respeto y en la tolerancia. Al menos, buena parte de ella. Por eso, la decisión libre que algunos ciudadanos adoptamos el pasado día 24 frente al Arzobispado sirvió para acelerar un proceso fundamental en toda sociedad madura: el laicismo, es decir, una ética civil independiente de cualquier confesión o ideología religiosa. Un sistema de valores que garantice la libertad de pensamiento y el pluralismo.

De acuerdo, fuimos pocos los apóstatas, algo más de mil quinientos. Que en efecto no se corresponden con unas pocas docenas de triángulos rojos (exactamente, seis mil quinientos). Por eso quizá todavía pueda el señor obispo ser arrogante y contestar con un NO rotundo, pío, condenatorio, aunque sepa íntimamente que el derecho y la razón están de nuestra parte. Por eso, también, se nos quiere robar la legitimidad y, de paso, hacer campaña por el PP, abominar del proceso de paz recién comenzado y exaltar el sentimiento totalitario de lo más granado del catolicismo moderno. Así vamos. Así van.

Parecería que la familia que nos vende el EMF es en realidad la de don Vito Corleone. Que, por supuesto, no celebraba el arco iris...

2 comentarios:

  1. Anónimo2:13 p. m.

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  2. Anónimo1:29 p. m.

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