21.11.07

Palabra de obispo

Leemos con estupor las palabras del cardenal Antonio Cañizares en su homilía del pasado 28 de octubre, con las que, refiriéndose a los recientes beatificados, dijo: "los mártires nos están diciendo (...) que el ateísmo es el drama y el problema más grande de nuestro tiempo. Sin duda lo es, por eso desataron aquella violencia contra ellos, y contra la Iglesia, y por eso se comprenden los horrores de Hitler o la destrucción del hombre tan masiva en los países del marxismo real, ateos, más aún 'antidios', por definición'.

Recordemos que cada vez que España se rebeló contra el poder de turno, lo hizo simultáneamente contra la Iglesia Católica, y no por mera coincidencia, sino, más bien, porque uno y otra se han mimetizado siempre, incluso hasta ahora... y no sólo en España. Miente entonces el Primado, y lleva el agua para su molino, cuando sugiere que la violencia que se desató contra la Iglesia Católica fue por razones de fe, cuando no fue sino por motivos ajenos a la fe y cercanos a la ideología política que 498 “mártires” y CIENTOS DE MILES de españoles murieron a consecuencia del golpe militar fascista, aclamado por la curia del momento como una “Cruzada”.

Miente también Cañizares -y deliberadamente- al asociar los horrores del nazismo con el ateísmo. Cuando lo cierto es que el propio Hitler escribió en su obra "Mi Lucha": "Estoy convencido de que actúo como el agente de nuestro Creador. Rechazando a los judíos, estoy haciendo el trabajo del Señor", o cuando, en la celebración de la Navidad de 1926, decía: "Cristo el más grande de los primeros luchadores en la batalla contra el enemigo del mundo, los judíos... El trabajo que Cristo comenzó pero que no pudo terminar, yo lo terminaré"; o cuando le dijo al general Gerhard Engel, en 1941: "Soy ahora, como antes, católico, y siempre lo seré". El apoyo que la Iglesia Católica le dio al gobierno nazi está profusamente documentado, y el cómplice y conveniente desvío de mirada de Pío XII también. La Iglesia Católica colaboró con el horror por la sencilla razón de que el horror era la política del poder de turno.

Miente también el obispo cuando asocia al ateísmo con la destrucción masiva del hombre en los países del "marxismo real", dejando convenientemente de lado la lista mucho más extensa de víctimas de la fe cristiana, desde los paganos en la época constantiniana, pasando por las supuestas brujas, los judíos, los herejes, los disidentes, los indios sudamericanos, las guerras religiosas y el apoyo a los sanguinarios dictadores modernos, hasta llegar a la condena a muerte lenta por proclamar a los cuatro vientos que el condón es contrario a la fe cristiana, mientras que miles de individuos se infectan diariamente con el VIH/SIDA en los países del llamado “tercer mundo”.

La falsa generalización que usa Cañizares inclina la balanza en su contra, pues así el cristianismo se asocia no sólo con el asesinato y el genocidio, como la historia lo documenta, sino también con la pedofilia y el latrocinio, como las noticias de prensa lo hacen a diario.Miente, por último, Cañizares -porque no creemos que lo ignore- cuando dice que el ateísmo es "anti-dios" por definición. Si no olvidó su latín, sabrá que el ateísmo es "no-dios". Los ateos simplemente rechazamos la existencia de cualquier entidad supranatural (dioses, almas, espíritus, paraísos o infiernos), y consideramos que tales entidades y escenarios mitológicos son innecesarios para explicar el universo, del que todo forma parte.

Continúa diciendo el ilustre Primado que el ateísmo es “el drama y el problema más grande de nuestro tiempo”. Aunque implícitamente su discurso se base en la vieja estrategia eclesiástica del desvío de atención, esta vez nos ha puesto muy fácil la réplica: el drama y el problema más grande de los últimos dos mil años ha sido, precisamente, el Cristianismo. No hay otro “acontecimiento” comparable en “lo vasto de sus consecuencias deshumanizadoras”. Y termina con la acostumbrada boutade que equipara relativismo con totalitarismo, en fiel imitación ratzingeriana.

Pero hay algo en lo que no miente: su temor a una “revolución cultural” cuyo programa prescinda totalmente de su Dios para transformar las condiciones del mundo. A ello nos afamamos.

Las palabras del obispo son el estandarte visible de una serie de ataques y presiones que la Iglesia Católica está ejerciendo para evitar que se lleve a cabo el
Primer Concilio Ateo en la ciudad de Toledo entre el 7 y el 9 de diciembre de 2007, lo que ya obligó a un cambio de local y de fecha, pero que finalmente -para su pesar- se celebrará en la antigua iglesia desacralizada de san Vicente, el actual Círculo de Arte de Toledo, y cuyo lema, "EL DESAFÍO DE LOS FUNDAMENTALISMOS", es, a la sazón, cada día más vigente.

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