Vincent Nichols acaba de ser nombrado Gran Chamán Arzobispo de Westminster, o, lo que es lo mismo, líder de los católicos en Inglaterra y Gales. Durante la ceremonia de instalación, su predecesor, el cardenal Murphy-O’Connor, describió la carencia de fe como "el mayor de los males" -mayor incluso que el "pecado" mismo-, y culpó al ateísmo de cuanta guerra y destrucción han asolado a la humanidad. El recién mitrado, por su parte, defendió en una larguísima homilía el "bien" de la fe frente a la "insidia" del laicismo, afirmando, entre otras simplezas, que la oposición entre fe y razón impide la "búsqueda de la verdad", y que los laicistas como Richard Dawkins, en su empeño por difamar a la religión, alientan la intolerancia, porque "la fe no puede ser un fenómeno privado". Sigue en el blog del
Observatorio Anti-Difamación Atea (OADA).
Y cito: porque "la fe no puede ser un fenómeno privado".
ResponderEliminarPero la religión es una necesidad personal, individual, que exime de seguir un criterio único, recalcitrante, de las clases poderosas que se contradicen en su hipócrita labia y acción.
Ser ateo también es una religión: el no-culto a algo eterno, porque no concebimos la existencia de esa "esencia" ni subyugamos nuestras acciones a ideas postizas creadas para dogmatizar mediante el conformismo.
Implica, por lo tanto, el cuestionarse constantemente las tan alabadas "verdades universales", buscarle explicación a todo, desarrollar la curiosidad humana y, con ello, ampliar la visión y comprensión del mundo, siendo el escepticismo metódico causa de dudas y tomas de medidas para solucionar ese vacío intelectual.
La ciencia nos quita el miedo a lo inexplicable, ya que, tarde o temprano, le encontramos explicación. Sin miedo, no hay fe; y la fe es una eufemística manera de llamarle a la "razón" irracional: al noúmeno de todo fenómeno llamado Dios.
Siendo toda creencia una necesidad temporal de la condición humana (pues, como todo ser vivo, vamos evolucionando y, por lo tanto, cambiando nuestra concepción de lo existente), permanecer en el mismo punto de partida sin opción a cuestionarse los postulados escritos en épocas tan diferentes a la nuestra, las cuales nos muestran el bajo nivel intelectual de las masas y su débil participación en la vida política, revelan un desfase desquiciante: el hombre moderno con mente medieval no puede simbolizar equilibrio, madurez ni independencia, pues basa sus acciones en una moralidad tradicional, retrógada, que vuelve sumiso a quien ama la libertad.
Si algo se puede aprender de Marx (excelente filósofo, por mucho que se quejen algunos de sus "ideas peligrosas" acerca de la revolución del proletariado) es que una relación de producción que no pueda con las fuerzas productivas no es sostenible; una relación de sumisión cristiana es incapaz de compaginar con el avance de las ciencias, que vuelven incrédulas y poderosas de espíritu (en el sentido de alma, de sujeto cognoscente) a las personas.
Por último y con respecto a la tolerancia religiosa: un asunto es respetar las opiniones pertenecientes a la ética (la cual, al fin y al cabo, está ligada a la concepción de Dios, esa figura homínida, modelo mental a seguir), y otra admitir como cierta una proposición que tiempo atrás fue desmentida (sólo hace falta acordarse de los dinosaurios para saber a qué me refiero, entre otras cosas).
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Posdata: estimado Barón d'Holbach, no recuerdo cómo encontré su blog -probablemente navegando en busca de algo que no oliera a rancio-, pero he de decirle que me encanta la temática y la claridad de sus noticias, y que sigo atentamente todas las actualizaciones.
Un saludo desde http://randomgaze.blogspot.com/
~~falacia.
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Posdata 2: las guerras santas no las comienzan los laicistas. ¿Por qué hay tanta gente que se cree sus mentiras?
Estupendo el comentario.
ResponderEliminarsalu2.