9.1.08

Ateísmo canalla



Quiero agradecer a Atilana Guerrero el esfuerzo dedicado a descender hasta las fangosas profundidades del “felicitarismo canalla” en el que nos movemos los miembros de FIdA, y desear que su incursión subterránea en el Concilio Ateo de Toledo no le haya supuesto un gran sacrificio. El fascinante artículo que se acaba de publicar en el boletín oficial buenista (alias “El Catoblepas”, alias “revista crítica del presente”) refleja simbólicamente la situación de incomodidad que experimentó, junto a su nervioso compañero Pedro Insua, cuando el público asistente mostró cierta impaciencia ante la imposibilidad técnica de arrebatarle el micrófono una vez lo tuvo bien agarrado. Las referencias a su sebasmático maestro, al ateísmo esencialista y al afán taxonómico del inventor del “Materialismo Filosófico” (MF) no suscitaron aclamaciones entusiastas, sin embargo. Pero es comprensible, dado el carácter “galeato” del Concilio que bien había vislumbrado Atilana.

Quiero agradecer, también, a don Gustavo Bueno (GB) la deferencia por enviar a Toledo a tan aplicada discípula. El detalle de ser observados por los acólitos del esoterismo buenista nos llena de gozo, dado que en el programa no habíamos previsto –imperdonable olvido- la presencia de ningún representante del deísmo-quasi-ateo-católico-integrista, sección izquierda-derecha Hispánica (8º generación). Sirva como excusa, si vale, nuestro insuficiente conocimiento de lo que se esconde tras el concepto de Materia Trascendental (MT) en el sistema ontológico general que rige el universo doctrinal de don GB (el MF), y nuestro apego a la muy simple materialidad mundana. Y, si no vale, pongamos como tal la alergia que nos ha provocado en alguna ocasión don GB, al justificar la tiranía franquista, por ejemplo, o al insultar a los ciudadanos opuestos a la invasión de Irak.

Quizá el NM al completo reaccione dentro de unos días con una dialéctica fulminante, pero hedonismo obliga. Me pregunto si la agresividad adjetiva de nuestra compañera fue producto de la decepción por hallarse de pronto y justo en medio de una jauría de incrédulos con escasa proyección intelectual, o si más bien ya venía adoctrinada por la admirativa lectura de la página once de un prólogo taimado inserto en un
libro taimado. Sea como sea, en Atilana Guerrero aprecio un espíritu belicoso y combativo, similar al de aquellos bárbaros que asolaban Europa, arrianos, trinitarios o simples godos, y reconozco que tras su amable sonrisa se agazapa el victorioso empuje de la convicción interna y un decidido idealismo finalmente defraudado. Vayan por ello mis disculpas.

Comienza su crítica con bella forma, descubriendo a sus lectores que los allí reunidos éramos filósofos embozados con inclinaciones teológicas, rechazando así el cientifismo al uso. Esto ya obligó al comando del Nódulo Materialista (NM) a acatar de mala gana el “disfraz público” que impusimos, por lo de las “innecesarias resonancias eclesiásticas” del nombre dado a la reunión. Los ateos allí presentes, además, éramos en amplia mayoría monistas materialistas, entrando por ello en contradicción con el sublime MF de don GB. Pero ya dijimos que el título de “Concilio Ateo” (CA) nada tiene que ver con el Ateísmo Católico (AC) que embarga a la élite del NM. Al revés. Son siglas antitéticas y opuestas expresiones. Razón por la cual Atilana ha podido adelantar después de haber asistido –malabarismo lingüístico adorable- que la naturaleza de la convocatoria no era filosófica ni antifilosófica, sino todo lo contrario. Y que sí, que aquello era un concilio, pero de canallas.

Superada la sorpresa, es loable su deseo de rememorar a los santos concilios ecuménicos, por lo que supusieron, según cuenta, de democrática convivencia con herejes y disidentes, tratados siempre con exquisita afabilidad por el clero oficial. Compruébese la historia, si es preciso. Porque, según confiesa en el artículo, le obligamos bajo tortura a pagar una cuota de inscripción que automáticamente implicaba la pertenencia, durante un año, a la Federación de Ateos. Tamaña condena canónica era excesiva, aunque fuera voluntaria. Así que esta “falta de dialéctica en las coordenadas teóricas” impidió el alcance universal del CA. Nos quedábamos, pues, en un localismo irrecuperable. Lástima.

La primera noticia, afirma Atilana, que tuvo acerca de la FIdA fue gracias al “magnífico libro” de don GB, que habla de la “fe del ateo” y del papel benéfico de la Iglesia católica (IC), y critica el Pensamiento Alicia (PA) de Rodríguez Zapatero (ZP), explicando, según dice la portada, “las verdaderas razones del enfrentamiento de la Iglesia con el Gobierno socialista”. Que no son sino una: el laicismo invasor, ateo y agresivo que amenaza a la civilización cristiana. Pero para decir lo mismo que Benedicto XVI o que Agustín García Gascó no era necesario escribir un tratado tan categórico y sistemático, destripando las diversas ramas del ateísmo esencialista, del ateísmo católico, del ateísmo metafísico, del ateísmo funcional y del ateísmo monista, o que declamara las virtudes éticas, políticas, culturales y científicas de la IC. En fin, creo que Atilana podía haber estado más atenta a las categorías sociales, y menos a las del cierre categorial. Habría sabido entonces dónde se metía. Entre canallas.

Canallas que se dirigen al Vaticano con un
Manifiesto por la Excomunión y con una rudeza conceptual que la articulista se niega a comentar, pero del que afirma no obstante que es históricamente disparatado, y se pregunta por la importancia que para un ateo tiene su registro burocrático como católico. Es sencillo. No pertenecemos a esa secta, ni queremos que se nos cuente entre sus fieles, ni que se nos utilice como un número. ¿Problemas de conciencias atormentadas? No, se lo aseguro. Simple coherencia. Tampoco apego emocional. Es cuestión de matemáticas y de economía, y no se quiere un hecho aislado, sino el inicio de una presión política continua. Lo que no comprende o no quiere comprender Atilana es el aspecto estratégico de la campaña. Nos honra mucho la atención de los intelectuales y de los filósofos, incluso de los buenistas, pero no nos bañamos en la misma piscina. La FIdA no es un nódulo filosófico integrista, sino una organización enfocada a la crítica social desde la perspectiva del ateísmo.

Su curiosidad, no obstante, merece algunas respuestas. Compruebo que cita in extenso mis palabras de apertura, ese “fárrago” que, una vez salvado, “responde precisamente” al esotérico y trinitarista misterio de nuestro logo y explica por fin lo del CA. Los ateos canallas y los canallas ateos queremos ocupar, según ella, el lugar de la IC, apropiarnos de sus tesoros, sentarnos en la silla de Pedro y disfrutar de todo lo hasta ahora disfrutado por la Puta. Pero nuestra indocta situación nos fuerza a comprender la religión de manera unívoca –no somos antropólogos, ni científicos, ni filósofos, ni sabemos nada de fenomenología, ni de historia, ni de matices-, y, dibujando una escena de Buñuel, Atilana nos transforma en la imagen de unos mendigos que han tomado el palacio, aprovechando que los señores no están, para disfrutar del lujo por una noche. Espléndida metáfora clasista. ¿Y por qué razón habría de usurpar un ateo lo que es de la IC? Porque, según el razonamiento del artículo, de lo que queremos reapropiarnos es del inmutable depósito de la fe.

Estamos, pues, según la socia infiel de FIdA, ante un síndrome: el “síndrome teórico-práctico de la concepción canalla de la felicidad” (STPCCF). En este caso, hemos incurrido en la celebración gozosa del hecho de ser ateos. Y es natural –sigue ella- que este síndrome esté asociado a algún tipo de ateísmo simplista que no distingue diferencias entre las diversas concepciones religiosas, ni entre la teología y la mística, ni entre Zeus y Alá, ni entre la bhakti y el yoga, ni entre serafines y querubines, ni entre potestades y tronos, ni entre muftíes y godos, ni entre relicarios y crucifijos. Somos unos ignorantes que padecemos del síndrome canalla (STPCCF), y por eso caemos en la tentación de creernos los negadores mitológicos y existenciales del dios terciario, y además por antonomasia. Bravo, Atilana.

Es natural que hablemos del sentido o sinsentido de la existencia humana. Pero Atilana nos achaca el fundamentar esa existencia en un sentido metafísico, cuando lo que decimos es que la felicidad es el derecho primero de la existencia, y que ésta no debe nunca doblegarse ante ningún “dios”, sea encarnado, sea sin encarnar. Nuestro canallismo, en fin, es propio de “hienas” que viven “de las migajas de la ontoteología tomista”. Por eso, lo del Concilio es pura chusma carente de respeto dialéctico alguno por las elucubraciones del gordo de Aquino. Intolerable fundamentalismo democrático el nuestro. Y además, depravado...

Lo que según ha interpretado Atilana como una “visión escatológica maniquea de la realidad” –nuestra exigencia de justicia y de democracia- se reduce a una visión de hobbits, inmersos en una “lucha contra el mal” (las religiones terciarias y secundarias, porque ya quedan muy pocos animales sagrados). Y así estamos constreñidos a “salvar al pueblo”, pero con demagogia notable. Aunque Atilana hable de quemar a España entera como una tea, puedo asegurar que no lo hace como socia de FIdA. Nosotros sólo somos notables demagogos afectados de STPCCF. Gonzalo Puente Ojea podrá ser un monista materialista y un fundamentalista cientifista, si él quiere, pero nosotros, como colectivo -ya se ha dicho-, no pasamos de la protesta y del análisis social. Aún así, algo simiesco debió observar nuestra “asociada por decreto”, ya que despertó su “interés antropológico” por tal “reunión felicitaria”. Como es obvio, de una “ideología de tan ínfima calidad” podía haber salido una orgía, un maremagnum, una fiesta soez llena de cuerpos desnudos, un “evento felicitario”, que, opina Atilana, “habría resultado otra cosa”. Sentimos mucho el haberle defraudado. Al menos, luego reconoce que no todo era canallesco, y que sus llamadas a la cordura tuvieron “algún eco”, y que pudo ver cómo algunos de los herejes participantes se elevaron al “plano filosófico” con ella.

Por fortuna, y concesión suya, contempla Atilana la posibilidad de que, aunque “circunscritas” a un carácter técnico o político, se lleven adelante algunas de las pretensiones positivas de la Federación, como la retirada de la asignatura de la religión, la derogación del Concordato o la eliminación de los símbolos religiosos en actos públicos. Pero para eso deberíamos ascender al plano filosófico, y librarnos del ateísmo canalla. Que no se engañe nadie, seguiríamos asociados al humanismo simplista del Pensamiento Alicia (PA), y no pasaríamos seguro de “creyentes vergonzantes”. Pero algo es algo.

El CA no se revelaría hasta el tercer día como una “asamblea de mártires”, según la infiel y según también Teodoreto el de Ciro con respecto al de Nicea. Porque fue entonces cuando la blasfemia estalló y se difundió por tan santo lugar. Las “obscenidades de cloaca” y la “metafísica de la basura” de Montoya, el puro delirio visionario de Loc interpretando al Bosco en clave libertaria y libertina y las bufonadas de Bassi resonaron con fuerza en la vieja iglesia, unidos en un brindis final por Antonio José de Silva, quemado hace años en la hoguera por la Inquisición. Esa misma herramienta a la que Atilana ha justificado en anteriores escritos, “demostrando” la vastedad de las exageraciones historicistas y democrático-fundamentalistas del intelectualismo de moda.

La conclusión final se la cede la infiltrada a su maestro espiritual, don GB, quien, criticando el “fundamentalismo antirreligioso”, escribe en su último libro: “No queda otra alternativa sino la de mirar con desprecio a quienes hablan, en general, de la rudeza del pensamiento teológico y de su acción retardaría, y creen, con ingenuidad de adolescente idealista, que removida la religión e instaurado el ateísmo, el progreso, el bienestar, la paz y la felicidad vendrán por sí mismos”.

Quizá exagere el viejo profesor la ingenuidad y la rudeza de nuestra perspectiva. La paz y la felicidad no vendrán por sí mismas, es seguro, aunque los dioses fueran definitivamente expulsados de la tierra. Porque siempre nos moveremos en un terreno dialéctico, y porque la tensión es la esencia íntima de la democracia. Quizá Atilana viniera con buena fe, y, aunque repugnada por cónclave tan felicitario, nos haya querido mostrar con su artículo que algo aprendió de independencia y de honradez intelectual en el CA. En cualquier caso, nos ofrecemos a devolverle el importe pagado por su afiliación, si es su deseo, para que no tenga que soportar estoicamente la risa irónica de más de un colega del NM. Y, de nuevo, le agradecemos el interés y la crítica.

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