“El futuro del mundo está en la Eucaristía”, ha afirmado el ideólogo Cañizares en Toledo, durante la procesión del Corpus. Para la banda de paleoconservadores integrada en las diversas Conferencias Episcopales, todo icono tiene valor de propaganda. Bien sea en términos de reconquista, bien como legitimación de sus aspiraciones totalitarias, el desfile de dispositivos simbólicos del Vaticano obedece siempre a una causa política, que se sitúa en las antípodas de la justicia y de la democracia social. Vírgenes transmisoras de secretos, sagrados corazones inflamados, trinidades metaempíricas o crucificados moribundos, entre otras sutilezas teológicas, han ocupado sucesivamente el centro del discurso cristiano como fórmulas de coacción mental en apoyo del Regnum Christi.
Debo a Jocelyn Bézecourt la observación de que la eucaristía no se situó en el centro de la fe católica hasta la 13º sesión del Concilio de Trento. En aquel momento, la apuesta consistía en autolegitimarse frente a la Reforma protestante, condenando el cisma y reafirmando su posición jerárquica frente a otras iglesias y visiones religiosas. Cabe suponer que la agenda de B16 obedece a razones de orden alegórico, aunque la amplitud intelectual de sus visitantes no les permita, en muchos casos, alcanzar una interpretación adecuada. El tejano renacido ha calificado el encuentro con Ratzinger de “experiencia conmovedora”. Suponemos que también lo habrá sido para el vicario alemán.
Reyes y sacerdotes siempre se han llevado de maravilla, especialmente en lo que se refiere a promover renovaciones morales. “Dios” se sitúa en medio del escaparate estratégico, adentrando así a los súbditos y fieles en la santa obediencia y la santa sumisión. De ahí la insistencia permanente en una “sana y legítima laicidad”, una expresión que se remite al antisemita Pío XII y que no significa sino la pura identificación entre la esfera pública y las obsesiones del fenómeno religioso. En otras palabras: el retorno de un régimen basado en el agustinismo político, de un Regnum Christi en el que las instituciones públicas se hayan sometido a los caprichos de una revelación divina particular. Pero, ¿acaso no son cada día más evidentes las implicaciones y los propósitos de esta permanente ofensiva?
Did the News Media Betray the Public Trust?
Hace 16 horas
¿Qué clase de mundo puede ser el que tenga entre otros, a estos dos personajes como dirigentes máximos?
ResponderEliminarLo peor que están ahí por culpa de muchos otros.
salu2.
¿Qué clase de mundo? El nuestro, amigo, el nuestro. Habría que preguntarse, observando la foto, si en realidad nos encontramos ante un "retorno" de lo religioso o de un "recurso" a lo religioso. Indudablemente, ambas opciones representan la amenaza oscurantista más seria a la que se ha enfrentado la libertad desde hace mucho tiempo. Salud...
ResponderEliminar