A mediados de enero de este año, el gran inquisidor Ratzinger recibió un informe publicado por Amnistía Internacional en el que se acusaba a la Iglesia Católica de estar implicada en los desalojos forzados de Wenji Maka, en Luanda (Angola). La organización defensora de los derechos humanos aseguraba que tales desalojos, que llevaban aparejado un uso excesivo de la fuerza, se estaban produciendo a petición del Arzobispo del lugar, que solicitaba la titularidad de unos terrenos que ya el difunto Juan Pablo II había reclamado para la multinacional romana durante su visita a este país africano en 1992. Más de 2000 familias se vieron afectadas por la violencia policial, que incluyó palizas a menores y a mujeres, en un gesto caritativo que el arzobispo luandés calificó de “suma justicia”. B16 debió pensar, en aquel momento, que los activistas de AI empezaban a resultar demasiado molestos para su negocio.
Semanas más tarde, el obispo australiano George Pell lanzaba una ofensiva contra AI, secundada por sus iguales de Canadá e Inglaterra, por la que se instaba a los católicos a no apoyar económicamente a la organización que, según ellos, había iniciado una deriva pro-abortista que la alejaba de sus principios y de su trayectoria histórica. Sin olvidar que la creación de AI se debió al devoto activista católico Peter Benenson, lo que ahora se dirime con la excusa de la implicación de Amnistía Internacional en la llamada “cultura de la muerte” –es decir, su defensa de la no persecución penal de las mujeres que aborten- tiene un claro trasfondo económico. El Cardenal Renato Martino anunciaba el miércoles pasado que la Iglesia dejará de financiar a AI debido a su cambio de posición con respecto al aborto. Pero ni la ICAR ha financiado nunca a la organización que mereció el Nobel de la Paz en 1977, ni se ha dado un cambio radical en los objetivos de la misma. De lo que cabe deducir que la llamada al boicot obedece simplemente a remediar un cash flow con una constante tendencia a la baja. El circulante de la buena conciencia bien podría afluir a las arcas cristícolas, habrá pensado el astuto teólogo de Baviera. Así que cabe esperar una oportuna campaña de difusión en breve de unas cuantas y conocidas organizaciones humanitarias, bien situadas en el organigrama de dicasterios y Consejos Pontificios, a la caza de las limosnas y contribuciones del rebaño católico concienciado. Ya a Cáritas se la ha calificado desde cierta tribuna católica, hoy mismo, como la ONG más “efectiva”. ¿Casualidad o “suma justicia”?
En cualquier caso, los talibanes de uno y otro signo continúan amenazando nuestra propia existencia. Sea tomando el control de Gaza, emitiendo condenas carcelarias y morales, destrozando obras de arte, llevando a sus dioses a los parlamentos o llamando a “cicatrizar” las heridas del pasado, la ofensiva oscurantista de los nuevos cruzados de la fe supone un peligro en modo alguno imaginario. Ante la perspectiva de un futuro medieval y tenebroso, nuestras reivindicaciones son de una urgencia necesaria. Tales serán las propuestas y los objetivos del Concilio Ateo de Toledo organizado por la FIdA: la advertencia sobre los peligros del involucionismo y la búsqueda de soluciones globales ante el ataque de la fe contra la razón, de la barbarie contra las libertades y del fanatismo contra el pensamiento. Esperamos y agradeceremos tu participación.
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Hace 17 horas
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