27.7.05

Carta abierta a los agnósticos

Me pregunto si la prudencia de los agnósticos no obedece a un anhelo de respuesta religiosa, si tras vuestra defensa de la necesidad de argumentos "científicos" no se esconde la esperanza de estar amparados bajo una autoridad que os exima de tomar decisiones. Nos acusáis, a los ateos, de dogmáticos, porque negamos una locura colectiva que a vosotros se os antoja, irracionalmente, como posible, o como necesitada de refutación para ser colectivamente rechazada, o finalmente comprendida. Pretendéis que la teología sea confirmada o desechada por la razón, cuando la primera, tras siglos de ser bárbaramente considerada la "señora" de la filosofía, es por naturaleza engañosa creadora de quimeras y fantasmas. Pretendéis una negación "con pruebas" a los monstruos engendrados por la fascinación, el miedo y la ignorancia de los hombres. Y, no contentos con semejante papel de viciosos mosqueteros de la"verdad científica", todavía no suficientemente convencidos de que la realidad no tiene planos metafísicos superpuestos a la maravillosa materia, exigís, para vuestra consolación, que respondamos los ateos a ese vuestro defecto de interpretación con argumentos certeros, impólutos, demostrativos de que esa duda inherente a los agnósticos, residuo de una mentalidad mágica que no tardará felizmente en ser superada, es, sencilla y llanamente, una evidencia.

Ni "dios" existe, ni puede "existir", ni es una "posibilidad" necesitada de prueba alguna. ¿Los animales tienen dioses? ¿los niños los adoran? ¿acaso los árboles, por su verticalidad, representan la prueba de una adoración cósmica, como dijo una vez un metafísico en plena eclosión de demencia? ¿o es que teméis que el ser humano, carente de esa piadosa mentira que es la religión, halle nuevos obstáculos de carácter ético en su proceso histórico de liberación? ¿o acaso se precisa del "argumento dios" para la comprensión científica del más mínimo resquicio de la realidad?

¿Qué mueve al autotitulado agnóstico a exhibir públicamente su incertidumbre y su indecisión como si constituyera un rasgo de racionalidad? ¿se trata de una inconfesable pretensión a la alabanza colectiva, a la virtuosa tolerancia, al espíritu de conciliación? ¿es quizá porque aparentemente responde a una postura elegante, honorable y respetuosa? Nadar entre dos aguas es un ejercicio que precisa de mucha prudencia, o de mucha insensatez. Si "dios", máximo extremo de la curva de la estupidez de la especie, tuviera la más mínima posibilidad de existir, si constituyera una hipótesis falsable o verificable, nuestra historia, en justa correspondencia, no sería más que un lamentable desfile de esclavos.

Mirad de una vez, frente a frente, a ese gusano, al "dios del universo" producto de nuestra ignorancia, y osad, en pleno disfrute de vuestra madurez, arrastrar por el barro a ese y a los restantes excrementos ideológicos que esputaron nuestros sufridos antepasados...

4 comentarios:

  1. Anónimo7:10 p. m.

    Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  2. Anónimo9:10 a. m.

    Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  3. Anónimo2:04 p. m.

    Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  4. Anónimo10:00 p. m.

    Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar