21.5.07

Una asimilación silenciosa


En la lucha contra la violencia y la imposición religiosa, el ateo ha adquirido históricamente la imagen de un filósofo, de un individuo que acepta la razón en lugar de la costumbre en el proceso de la elaboración de sus ideas. Hace un tiempo, cualquier forma de examinar la realidad que se enfrentara a la religión dominante corría el riesgo de ser perseguida y castigada. La coacción de la fuerza obligaba a los ateos a mantener una actitud discreta, silenciosa y clandestina, o a exponerse a la cárcel y a la tortura.

El dominio ideológico y político del viejo catolicismo, si hemos de creer a B16, constituyó una feliz panacea para los aborígenes americanos, que esperaban silenciosamente la evangelización y aceptaron dichosos el regalo de la nueva fe. Pues, como también ha afirmado hoy un lúcido obispo ecuatoriano, los indios fueron formados, educados y liberados de su ignorancia gracias a la colonización cristiana. Intelectuales y dirigentes indígenas le han recordado al Gran Inquisidor que, por el contrario, lo de la cruzada transatlántica fue una imposición salvaje, una aculturación asesina y una tragedia de bárbaras dimensiones. Los gobiernos tildados por el Rey del Vaticano de “autoritarios” durante su visita a Brasil le han exigido disculpas, y algunos analistas no dudan ya en calificar de auténtico fracaso comercial el periplo propagandista del pastor alemán.

Y del mismo modo que no es posible ni honrado actualmente negar el carácter genocida y cómplice de los eclesiásticos durante la colonización, tampoco es posible ni honrado ignorar la exigencia de una respuesta activa que, partiendo de la razón y comprometida con la libertad, denuncie y ponga al descubierto la obscenidad de los estrategas religiosos actuales y su obsesión por influir sobre la sociedad humana y por manipular su destino. Las instituciones que “forman parte del orden natural querido por el Creador”, ha afirmado el cardenal Peter Erdo, arzobispo de Esztergom-Budapest, están por encima de ciertos derechos humanos “secundarios”. Quizá para corroborarlo en la práctica sigan insistiendo tan machaconamente en esas raíces culturales tan piadosas, en esa “dignidad humana” tan remozada y en esa “crisis de valores” que tan amenazadora y terrible perciben.

Al promocionar la servidumbre como una virtud, el clero ha confesado definitivamente su temor a la crítica, y conjurado así la absoluta infamia de sus aspiraciones. La radicalidad y el medievalismo de las iglesias, de sus grupos de presión, de sus aliados y, en definitiva, de todos los talibanes e intransigentes morales que siguen emponzoñando al ser humano con su destilada cicuta, ya no pueden, hoy, hacernos retornar a una actitud tan silenciosa y tan clandestina como la de los ateos europeos del XVIII. Terry Sanderson, Presidente de la National Secular Society , nos anima en un artículo a descreer del mito del revival religioso y a considerar al ateísmo como el verdadero fenómeno estadístico del siglo XXI. Tomemos, pues, por fin, la palabra.

Editorial del Boletín Digital de la Federación Internacional de Ateos (FIdA), nº 123, 21.05.07, 608 suscriptores.

2 comentarios:

  1. Estupendo editorial; lástima que el texto de Terry Sanderson, esté en inglés.

    salu2.

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  2. Bueno, quizá alguien se anime a traducirlo... Saludos.

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