15.6.07

Alfonso Barbieri. Destrozos en la muestra de dibujos

Más sobre el incidente del centro cultural Córdoba España (Argentina), el pasado 6 de junio, por parte de fanáticos lefevristas. Representantes de la Iglesia insisten en que los lefevristas no forman parte de la misma.

2 comentarios:

  1. Ocurrió
    En el Centro Cultural España Córdoba (C.C.E.C.) un incidente de mediana repercusión cuyo antecedente y calidad y cantidad de opiniones vertidas por distintos medios justifica no insistir con mas de lo mismo.

    Edgardo
    Livitnoff en su columna del diario La Voz del Interior el 10 de Junio de 2007 se atreve con una referencia a la responsabilidad que le cabe a la sociedad y a los medios: “Tendemos a crear polémicas alimentándolas con posturas extremas…” “Nutrimos el escándalo…”

    Ante la posibilidad del agravamiento de la situación que adelante se trate de “accidente” y no de “incidente” cuyas consecuencias a lamentar pueden perfectamente evitarse es posible convocar a los medios de comunicación a un debate franco con la intención de modificar la política de difusión de actos culturales correspondiente a cada uno.

    Nuestros jóvenes artistas, creadores merecen nuestro reconocimiento y la difusión de su obra.
    Si uno de nuestros jóvenes se encuentra compelido al escándalo para atraer la atención sobre su trabajo.
    Se debería considerar como un llamado.

    Si no alcanza en el futuro, por causa de la saturación del método incidental, existe el riesgo si un joven creador apela a algo más contundente que seria entonces un accidente.
    ¿Buscará arrancarse una oreja en la escalinata de una Iglesia?
    ¿Provocará con insultos a los simpatizantes mas fanáticos en la hora de salida de un estadio?

    ¿Cómo sociedad acaso no tenemos la responsabilidad de prever accidentes? ¿De cuidar, estimular y proteger la producción artística?
    Y si, además puede estar en peligro la integridad física de nuestra juventud creadora justifica atender el llamado.

    El dia 23 de Junio de 2007 pagina 20 espacio “SOCIEDAD” un articulo al respecto ocupa media pagina y el epígrafe de la foto de una librería dice: “Luego de los incidentes, algunas personas se acercaron a las librerías a consultar por el libro”.
    ¿De que otra manera puede obtener un joven artista media pagina en un prestigioso diario?.

    Resulta apropiado y urgente estimular una modificación en las políticas de los medios de difusión. Favorecer las noticias que involucran la juventud en su tarea creativa, imaginativa, y de producción social. Tal vez se descubra que hay una “otra juventud” paralela que escribe, pinta, baila y milita socialmente. Vale la pena el intento. Todos tendremos recompensa.



    Daniel O. Requelme


    www.danielrequelme.com.ar

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  2. Livitnoff parece querer hacer recaer la “culpa” de la polémica a los medios informativos, a la vez que reduce la responsabilidad de los lefebvrianos. La “postura extrema” se achaca a quien se expresa mediante la obra creativa, en lugar de a las hordas fanáticas medievales que pretenden silenciarla, incluso violentamente. ¿Convocar a los medios a un “debate franco” con la intención de “modificar” la política de difusión de actos culturales? Parece un discurso elucubrado en los centros de la represión. Metódico, científico, aséptico.

    Claro, pongamos algodón: “nuestros jóvenes artistas” merecen “reconocimiento”… ¿Por qué? ¿por jóvenes? ¿por artistas? ¿por ser "nuestros"? ¿porque sí? Y sigue –ya no sé si Livitnoff o Requelme, porque el lenguaje paternalista de ambos es igualmente pernicioso- con el “compelimiento” al escándalo para llamar la atención. Es decir, como medio de propaganda, puesto que su trabajo, apenas válido, no encontraría de otro modo la deseada repercusión. Se descalifica así el nivel artístico de la obra, encontrando factores de interpretación exclusivamente mercantiles. En suma, este comentario es un ladrido fascista, pequeñito, nivelador. Un llamado a la tolerancia con los intolerantes, o peor, un intento por justificar la preeminencia del respeto a los valores católicos por encima de la libertad de expresión. Lamentable, además de venenosa, la invitación al descubrimiento de “otra juventud paralela”. Mejor que sea a ésta a la que recurran los medios como carnaza para disfrute de sus enfermos lectores, ¿no?. Pero aquí, amigo Requelme, no hay carnaza, sino simple adocenamiento.

    La imposición y la intransigencia no son valores. Como sociedad no existe la “responsabilidad de prever accidentes” –lo que equivale a una actualización de la censura, en el fondo-, sino, por el contrario, el fomento del debate libre y el respeto a la iniciativa artística y a la crítica. ¿Resulta tan difícil de comprender, para que todavía los portavoces mediáticos reconozcan a los perros de la “santa cólera” sus agresiones como un derecho?

    La producción artística no necesita ser protegida. Tales paternalismos son, por el contrario, la herencia de un estado de ánimo colectivo subyacente. No queremos ser tutelados de nuevo, por nadie. Sólo la expresión autónoma es libre; el respeto a la creencias no es un derecho legítimo, todo puede ser criticado y parodiado, insultado, vejado y denostado. Todo, menos el propio individuo, o un segmento social.

    La dictadura no ha muerto, al parecer…

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